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Aunque es otra cinta que glorifica la complejidad del personaje de Winston Churchill, ‘Darkest Hour’ es prueba de cómo alguien despreciado puede transformarse en algo mucho más grande.

Dunkirk, en definitiva, fue una de las mejores películas de 2017. No sólo por su fantástica fotografía, el insólito score de Hans Zimmerni todos los elementos que amamos de las cintas de Christopher Nolan, sino porque entregó una historia sobre guerra que se enfocaba solamente en quienes se encontraban en el campo de batalla, dejando atrás el aspecto político, y le dio completo protagonismo a la crisis desde la perspectiva de quienes lo vivieron. La cámara sigue a los jóvenes temerosos, a los valientes, a los cobardes y a los héroes responsables de rescatar a más de 300 mil hombres de las costas de esa playa de Francia, quienes estuvieron a punto de ser brutalmente asesinados por los nazis alemanes, responsables de una de las crisis más impactantes en la historia de Europa.

Pero… ¿qué pasó detrás de ese rescate?

Darkest Hour, que cuenta las experiencias de Winston Churchill durante sus primeras semanas de mandato como Primer Ministro de Inglaterra, sirve como una perfecta cinta de acompañamiento para Dunkirk. Ambas se desarrollan alrededor de los mismos hechos, en momentos clave de la Segunda Guerra Mundial, y presentan perspectivas únicas del conflicto, explotando las emociones hasta el punto de quiebre. Al igual que DunkirkDarkest Hour no se molesta en mostrar algo más allá que su sujeto principal y, gracias a eso, no sólo ofrece un vistazo único hacia tales días de tensión, sino que también se puede catalogar como un excelente trabajo cinematográfico.

Protagonizada magistralmente por Gary Oldman, quien se mereció completamente su Globo de Oro, y que seguramente obtendrá el Oscar en su edición de 2018, Darkest Hour sigue a Churchill desde que es elegido como Primer Ministro hasta que finalmente es aceptado por un gobierno y un pueblo que parecía despreciarlo en todos los niveles. Asimismo, resalta el nacionalismo del regente frente a la duda de los ministros de los que estaba rodeado, quienes pensaban que el mejor plan de acción frente al Tercer Reich era entablar negociaciones con Hitler y arriesgar la independencia del Reino Unido.

La cinta fue dirigida por Joe Wright, quien ganó reconocimiento por el drama de guerra Atonement, su adaptación de Anna Kanerina y la fantasía de Pan, pero aunque en esas obras mostró un talento insólito que mezclaba a la perfección la emoción con la acción, nada de eso parece poblar Darkest Hour. Aunque Gary Oldman ofrece todo de sí en cada escena, parece que la narrativa no está al mismo nivel. Por otro lado, a pesar de que la obra tenía el potencial de seguir secuencias experimentales o un acercamiento diferente hacia la glorificación de una figura histórica, se mantiene en un estilo de textbook que se asemeja a cualquier otra cinta similar.

En la cinta existen tramas secundarias o personajes de soporte que son desperdiciados y reemplazados por momentos de comedia que tratan de hacer que la audiencia simpatice con el personaje, pero es innecesario; todos saben quién es Winston y es fácil comprender su contexto. De igual forma, los cambios históricos que realiza Anthony McCarten (el guionista también responsable de The Theory of Everything) no parecen ayudarle a la trama a avanzar de forma constante; Oldman nos mantiene pegados a la pantalla, pero la cinta carece de la emoción propia de un drama genuinamente impactante y usa momentos cliché con música conmovedora junto a los discursos del genio político para hacer que la audiencia sienta algo.

El score no es excepcional y aunque Dario Marianelli, el compositor, tiene una larga carrera, depende del factor tradicional para provocarle emociones a la audiencia y fracasa en hacerle frente a la fotografía de Bruno Delbonnel —quien ofrece su mejor visión cinematográfica desde Amelié,Inside Llewyn Davis— y no sólo hace que las actuaciones resalten de una manera más brutal y cruda (sin mencionar oscura), sino que lleva a otro nivel el trabajo de diseño de producción y de maquillaje, el cual, como han mencionado tanto el director como Gary Oldman, ha marcado un nuevo estándar en la creación fílmica. Es decir, Delbonnel explota el trabajo del resto del crew y crea una orquesta visual perfecta que deja brillar al actor principal.

Por estos motivos, la cinta no logró posicionarse como una de las mejores del año ni pudo competir contra otras obras como Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, o incluso The Post, de Steven Spielberg, la cual está plagada de todos esos clichés «dignos del Oscar», pero a pesar de eso, seguramente veremos a Gary Oldman ganarse el oro en esa ceremonia gracias a su insólita interpretación. Aunque algunos lo han llamado exagerado, es cierto que el individuo se pierde en el personaje y a momentos es difícil imaginar que debajo del maquillaje (el cual es extremadamente realista) existe un actor interpretando un papel.

Darkest Hour es un perfecto acompañamiento para Dunkirk, pero no puede compararse con ella. Aunque tiene elementos respetables y admirables, en realidad resulta como una biopic tradicional ligeramente aburrida que desperdicia el comentario social o la relevancia de la opinión pública para exagerar momentos dramáticos. Es un trabajo lleno de ligeros errores, pero vale la pena verla para entender la vida de Churchill y conocer cómo pasó de ser uno de los hombres más odiados de Inglaterra a ser conocido como el inglés más importante en la historia de todo el mundo.