Cultura Colectiva
En Rusia la homosexualidad está condenada, sobre todo como movimiento social; ni la literatura, ni la prensa, ni la política pueden enarbolar la bandera gay. Lo preocupante es que no se trata de un estándar de control social, sino de una cacería en contra de los homosexuales. El Partido Comunista Ruso ha propuesto que «salir del armario'» sea castigado por la ley. Es decir, se puede ser gay o lesbiana, pero es imposible que las demostraciones de afecto entre parejas homosexuales en público no sean castigadas con penalizaciones que van desde multas hasta el encarcelamiento.
El panorama radical al que se enfrentan las personas de preferencias sexuales «anormales», según el comunista Nikitchuk, cuestiona y castiga violentamente a estas parejas. Sin embargo, existe una excepción que permite y reconoce las demostraciones afectivas entre personas de un mismo sexo. A pesar de que éstas no guarden ninguna relación más que política, un beso en la boca entre dos hombres ha sido, en varias ocasiones, la firma con la que se pacta la fraternidad de los estados socialistas.
Esta expresión entre partidistas se relaciona meramente con el seno político. Aunque en occidente aún cause conmoción, el beso con el que los líderes de la Unión Soviética y la Alemania comunista estrechan sus objetivos y se declaran su apoyo es más famoso que ningún otro.
Un abrazo cálido y tres besos alternos en las mejillas fueron con los que en 1986 el líder soviético, Mijaíl Gorbachov, y el jefe de Estado de la República Democrática Alemana, Erich Honecker, reafirmaron los lazos que unían a los estados socialistas que ambos lideraban. Pocos días antes de la caída del Muro de Berlín, Gorbachov viajó al este de Berlín para felicitar a Honecker después de su reelección como Secretario General del Congreso del Partido Comunista; exactamente el 21 de abril de 1986 la pareja de gobernantes dio lugar a su primer beso comunista.
No obstante, ésa no ha sido la primera vez que la solidaridad internacional entre líderes políticos se expresa con un beso que sella la hermandad entre hegemonías. En 1979, Erich Honecker y Leonidas Brezhnev firmaron un nuevo mundo en el que la República Democrática Alemana y la Unión Soviética pretendían que nada cambiara. Uno quería la defensa ideológica del comunismo; el otro, la intervención del Ejército Rojo en Alemania. Por lo que este beso diplomático, reforzó la división del país y alejó la posibilidad de la reunificación alemana.
En 1989 Honecker y Gorbachov compartieron otro beso socialista. Esta vez para consolidar la expansión del comunismo que, después de la Segunda Guerra Mundial, integró a la Unión Soviética. El beso fraternal entre los líderes se convirtió en un saludo ritual que posteriormente fue adoptado por otros partidarios de movimientos de liberación socialista.
Como símbolo de igualdad, fraternidad y solidaridad, el beso entre ambos dirigentes reforzó el mandato de Honecker, quien representó al partido más exitoso en suelo alemán. La victoria radicó en que la Alemania Oriental fue un estado socialista políticamente estable y económicamente eficiente que marcó el punto más alto de la carrera política del líder de la RDA. De hecho, se asegura que la presencia de Gorbachov, y evidentemente el beso que aceptó, durante el congreso que aprobó el curso de la política de Honecker le aseguró a éste la dirección del Partido Socialista Alemán.
A pesar de que Gorbachov siempre elogió la experiencia de Alemania Oriental como la prueba más fehaciente de la planificación política, el presidente ruso se dejó besar sin olvidarse de marcar distancia. Pues la realidad es que él nunca ayudó a Honecker para reprimir las protestas y los disturbios en las horas previas a la caída del muro. Tras presentar la serie de reformas de reestructuración (Perestroika) y apertura (Glasnost) que iba a llevar a cabo, Gorbachov anunció y puso en práctica el fin de la Doctrina Brezhnev. Por lo tanto, la Unión Soviética ya no tenía voluntad de imponer el régimen político en ningún país de Europa del Este.
A diferencia del beso entre Honecker y Brezhnev, Gorbachov buscó salvar a su país de la ruina económica en la que Brezhnev lo había dejado. Durante la visita oficial de Gorbachov a Alemania Oriental, en Octubre de 1989, Honecker tenía intención de pedir una ayuda fundamental a la Unión Soviética para mantener el orden en el país. Sin embargo, a su llegada, la relación se había enfriado y el beso protocolario que le dio Gorbachov distó mucho del de diez años antes. Por ello, éste último se volvió el beso comunista más famoso de todos los tiempos al expresar, más que un «estoy contigo», algo como: «estás solo, amigo».