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Cultura Colectiva

Al principio del milenio, la euforia del fin del mundo estaba muy latente. No había ser humano en la Tierra que no pensara que moriría luego de una explosión, un temblor, inundación o un ataque extraterrestre. En Estados Unidos el temor se centraba en los seres de otro planeta y en la inteligencia artificial; no obstante, hubo alguien que retomó antiguos miedos y críticas a la sociedad contemporánea que ya habían pasado de moda. Tim Burton no se quedó atrás y, entre un mar de cintas de ciencia ficción, lanzó una obra que representaba un miedo un poco más extraño: subversivos simios inteligentes.

Así nació su versión de Planet of the Apes, la cual pensó como una nueva historia y no como una continuación ni una adaptación de la obra original de 1968. Sin embargo, la obra no resultó en un trabajo magnífico que situara a Burton como un maestro del sci-fi, sino que terminó en un verdadero desastre del cual nadie salió ileso. La historia se centra en una estación espacial cerca de Júpiter en donde el astronauta Leo Davidson va en busca de un chimpancé que se había perdido en una tormenta electromagnética. Entonces descubre que en aquel mundo hay una sociedad de monos inteligentes y bien organizados, que tiene esclavizados a algunos hombres y mujeres. Después de mirar el horror, decide escapar.

Para este filme, Burton usó $ 100 millones de dólares, al maestro de la caracterización Rick Baker, a Mark Wahlberg como el protagonista, acompañado de un elenco de allstars. ¿Qué obtuvo como resultado? Una ola de comentarios negativos. Es considerada por muchos como la peor pieza en su filmografía debido a que de inicio a fin es una burla al público. El cineasta intentó por todos los medios hacer una crítica a la sociedad actual –como lo hizo por un tiempo– pero entre chistes mal contados, una tecnología bastante precaria y su característica fotografía oscura, que nada tenía que ver con la película, terminó por echar por la borda un gran proyecto. Una catástrofe que anunció el inminente final de una era.

Su justificación fue nula. No intentó salvarla de alguna manera ni tampoco trató de reivindicarla. Se mantuvo ausente de ella sabiendo que era mala película y que quizá había perdido la magia que lo acompañó durante los 90. No fue así, al menos no del todo, pero en definitiva, desde entonces, su estilo ya no es el mismo, ya no hay esa esencia que caracterizaba a Burton en sus películas. Ahora, son una oda a Johnny Depp y a Bonham Carter, y pocas producciones, al menos de este milenio, pueden considerarse piezas clave en la filmografía del californiano. Repasemos otros de sus peores trabajos:

Sleepy Hollow (1999)

Claro, este filme no es del nuevo milenio, pero cierra la década de los noventa y da paso a la decadencia del cineasta. Con esta película se proclama como el primer gran error de Burton. A pesar de tener en el equipo creativo a Emmanuel Lubezki y un buen argumento, oscuro como él, no logró enganchar al público. De hecho, el trabajo de Depp y Christina Ricci quedan cortos en comparación con lo que solían dar y el director simplemente mostró una cinta entretenida, pero no intensa. Es sin duda, un hueco en la filmografía de Burton.

Alice in Wonderland (2010)

Graciosa, sumamente colorida y llena de magia. ¿Cómo no sería un gran filme para grandes y chicos? En realidad los niños no estaban fascinados con la película y la historia tampoco se presentó como un verdadero cuento para toda la familia. El Mad Hatter no divertía; asustaba y pasaba de intenso hombre perturbado, a un completo chiste. Además, la famosa reestructuración de la historia, que se olvida de la intención original de Lewis Carroll termina con un final predecible y de poca emoción.

Dark Shadows (2012)

Después de algunos años, el cineasta volvió a la oscuridad, misma que mantuvo viva esta película, pero que en realidad, más que conservar la esencia del director, sólo concibe tener a su mando cientos de recursos visuales que terminan siendo exagerados y abarcan gran parte de la historia. Para una película se necesita algo más que actitud y Johnny Depp. Se requiere de un argumento sólido, el cual, en definitiva no cumple en este filme. Con chistes fuera de lugar y un muy pálido y casi ridículo personaje principal, la historia termina siendo un fracaso narrativo que desnuda a un Burton cansado de pensar.

Big Eyes (2014)

Este filme cuenta con una trama superficial, la cual se adaptó al público consumidor de cine en la actualidad. Incluso se valió de recursos plásticos como los temas Lana del Rey para completar la trama y el concepto. No obstante, se queda en eso: una trama que intenta imitar a Wes Anderson: llena de colores y tomas sencillas y simetricas que brindan una sensación de tranquilidad. Si bien tiene los toques de Burton, no se acerca ni un poco a la genialidad de Night Before Christmas Beetlejuice. La cinta sólo brinda una perspectiva kitsch, de una de las historias más peculiares del arte moderno; está llena de color y ternura, pero vacía de argumentos y del sello que tanto trabajo le costó construir al director.

Miss Peregrine’s Home for Peculiar Children (2016)

Nuevamente, la visión de Burton no se nota. Sí, es más oscura y enigmática, pero no se asemeja al estilo gótico del resto de su filmografía. Entendemos que rehuya al mote de «director estático», pero en esta película intentó reinventarse a más no poder y sólo dio como resultado una cinta apresurada, que comienza con una trama envolvente y se arruina con los efectos especiales que, más que ayudar al desarrollo de la historia, la derrumban poco a poco.

Con una trayectoria que el mundo vio crecer, Tim Burton ha caído en lo que muchos actores, actrices y cineastas modernos han hecho: salirse de sus zonas de confort para recaer en otras mucho más confiables, sólidas y con fórmulas que garantizan la permanencia en el imaginario colectivo. Un triste intento de maquillar su estancamiento y que dificulta su salida del profundo hoyo creativo en el que está.

Quizá Tim Burton no es un mal director, pero está perdiendo el toque que una vez le hizo famoso y sobretodo, único. Esa manera de ver la vida como un hombre que pasó su infancia siendo un marginado debido a su oscuridad, un creativo que vendió sus principios a cambio de conseguir presupuestos para crear su propios proyectos y decirle al mundo que la vida no es de colores, sino negra y grisácea, porque si fuera completamente colorida no tendría sentido.

Las cosas increíbles están en la oscuridad puesto que uno mismo es capaz de hallar la luz.