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ANDRÉS TÓRREZ TÓRREZ

La tercera Copa del Mundo se jugó en Francia por imposición de Jules Rimet, que hizo sentir su influencia en el Congreso de la FIFA, reunido en París en 1936, durante la disputa de los Juegos Olímpicos. Argentina era el otro candidato a organizarla. Le correspondía por antecedentes (los sub-campeonatos, el Olímpico de 1928 y el Mundial del 30) y por la intensión de organizar un campeonato en Europa y otro en Sudamérica, en forma alterativa, la FIFA dijo “se hace en Francia en 1938”.

Argentina respondió “nosotros no vamos”, tampoco fue Uruguay, como respuesta al boicot europeo a su Mundial del 30, e Inglaterra, que mantenía su orgulloso aislamiento.

El Campeonato de 1938 mostró algunas novedades llamativas para la época. Por primera vez cada equipo pudo registrar 22 jugadores y clasificaron directamente el último campeón y el país organizador. Se decidió además, que por empate en la final se jugarían 30 minutos y de no haber definición, un nuevo partido con su correspondiente suplementario. Si el empate se mantenía los 2 equipos serían declarados campeones.

1938 fue un año de aprestos bélicos en Europa. Hitler ya daba comienzo a la expansión de Alemania. Su primera víctima había sido Austria, sus futbolistas también anexados a la Selección de Alemania y jugaron para ello en el Mundial. Les sirvió de poco, Suiza los eliminó en los octavos de final.

Mussolini convertido en el mejor amigo de Hitler, decidió no molestarse personalmente esta vez. Simplemente ordenó a Aquiles Sturace, secretario general del Partido Fascista, que les hiciese llegar a los jugadores un telegrama con el siguiente texto: “Vencer o morir”.

Y casi mueren –la eliminación era directa- en el primer partido Italia debutó contra Noruega en Marsella. Cuando sus jugadores saludaron al estilo fascista, recibieron un abucheo impresionante del público francés. La lucha se hizo difícil y terminó 1 a 1. En alargue desniveló Silvio Piola. Vencieron y siguieron. Y en su camino fueron cayendo el local Francia (3-1) y Brasil (2-1). Así llegó a la final junto a Hungría, que con un fixture más liviano había eliminado a las Islas Holandesas (6-0), Suiza (2-0) y Suecia (3-1).

El Mundial de 1938, significó la aparición real de Brasil en el auténtico primer nivel internacional. Su centrodelantero Leónidas, llamado el “diamante negro” deslumbró con su juego y su efectividad. Fue el goleador de la Copa con 8 goles, 4 convertidos en un solo partido, ante Polonia (6-5), en octavos de final. Después les tocó enfrentar a Checoslovaquia. El partido fue una masacre. Terminó 1 a 1, le expulsaron 2 jugadores y lesionaron al resto. Tanto que en el desempate jugado 2 días después, sólo pudo utilizar a 2 de los 11que habían jugado el primer partido, el arquero Wálter y Leónidas.

Ganó Brasil 2 a 1 pero cayó en semifinales ante Italia (2-1), cuando por un error histórico los responsables del equipo no incluyeron a Leónidas, entendiendo que se lo reservaba para el partido final. En este Brasil de 1938, hicieron su aparición 3 jugadores que llegaron a brillar en  el fútbol internacional. Domingos Da Guía, Brandao y Elva de Padua Tim.

La Copa del Mundo volvió en 1938 al lugar de donde había salido, Italia, que se convirtió en el primer bi-campeón Mundial. Cuando Vittorio Pozzo la llevó de regreso a su país, no pensaba que el trofeo volvería a ponerse en juego en 1942 en Alemania o Brasil, que eran los 2 países que postularon a su organización. Hitler, Mussolini y la reacción de los países aliados, dispusieron que el receso fuera mucho más largo. La Segunda Guerra Mundial aparecía en el horizonte.