Noticias El Periódico Tarija

ANDRÉS TÓRREZ TÓRREZ

Benito Mussolini jamás había concurrido a ver un partido de fútbol, pero Italia organizó la segunda Copa del Mundo y sus órdenes fueron precisas: “Italia debía ganar este campeonato mundial”. ¿Cómo?. No importaba. La orden se la transmitió al Gral. Vaccaro, Presidente del Comité Olímpico de ese país.

Cuando llegó el momento de concederle una audiencia a los jugadores y al técnico Vittorio Pozzo, reiteró su pensamiento: “Muchachos sino crash.”. El crasch era el corte de cabeza. Así contaba estos detalles Raymundo Orsi.

“Mumo” Orsi, wing izquierdo e Independiente, había jugado para Argentina la final olímpica de 1928 y la crítica europea lo consideró el mejor jugador de ese torneo. De inmediato se lo llevó Juventus y en Italia repitió al punto que es hasta hoy, el oriundo que jugó más partidos (35) en la selección azurra.

Uruguay, campeón del Mundo en 1930, no concurrió como represalia al boicot de la mayoría de los países europeos en aquella oportunidad. Argentina fue pero con un equipo de la Asociación Argentina, entidad que nucleaba a los clubes amateur. Obviamente los mejores jugadores participaban en el profesionalismo. Inglaterra mantuvo su aislamiento y en consecuencia, las mejores posibilidades quedaron limitadas a Italia y España -en su mejor momento histórico- y los países centroeuropeos Austria y Hungría que contaban con los 2 mejores centrodelanteros del mundo -Sindelar y Saroni- Checoslovaquia que tenía un arquero excepcional –Planicka-  y un delantero de gran técnica Nejedly.

Argentina perdió contra Suecia y se volvió. El torneo era por eliminación directa aún en octavos de final. Lo mismo pasó con Brasil, que cayó contra España 3 a 1. En Brasil ya aparecía Leónidas, que deslumbraría a todos en el Mundial de 1938, y también jugo Waldemar do Brito, el descubridor de Pelé, quien al año siguiente sería jugador de San Lorenzo. Los goles de España los hicieron 2 veces Isidro Lángara e Iraragorri, quienes también fueron contratados por San Lorenzo pero en 1939.

En cuartos de final se dieron 2 resultados lógicos, Alemania eliminó a Suecia  y Checoslovaquia a Suiza. En el duelo más esperado Austria le ganó 2 a 1 a Hungría y en el partido restante se mataron Italia y España. No hay exageración. Al desempate que se jugó 2 días después, llegaron solo 11 de los 22 que habían jugado el primero. 

Lo gano Italia con un gol de Meazza de cabeza. En esta oportunidad Italia jugó más suave, sólo fueron lesionados 4 jugadores españoles. El arbitraje fue tan “imparcial” que en seguida la Federación suiza, descalificó a perpetuidad a Marcet.

En las semifinales Checoslovaquia venció 3 a 1 a Alemania e Italia 1 a 0 a Austria, un hermoso partido. El gol lo convirtió otro argentino Guaita, ex – wing izquierdo de Estudiantes de La Plata. Así llegaron Italia y Checoslovaquia a la final del 10 de junio en el Flaminio de Roma

La noche anterior a la final el Duce llegó a la concentración del equipo de Italia y su arenga terminó así: “Señores si los checos son correctos, nosotros seremos correctos. Eso ante todo. Pero si nos quieren gana de prepotentes, el italiano debe dar cazote el adversario caer…Buena suerte para mañana y a no olvidarse de mi promesa crasch.

A los 70 Orsi vio el crasch sobre su cabeza más cerca que nunca. Gol del checo Puc. Cuando faltaban 10 minutos, Guaita arrancó de atrás, picó Schiavio y el argentino la tiró alta y larga. En el aire Schiavio chocó con 2 adversarios, cayeron los 3 y la pelota quedó para Orsi “yo venía acompañando, Planicka dudó y me dio el tiempo justo, cuando quiso achicar se la toque de derecha a izquierda”. Le pareció que toda Italia se le cayó encima.

Fueron al alargue y a los 95, Schiavio ante pase de Meazza, clavó el 2 a 1 definitivo. Italia era campeón, Mussolini acarició a sus jugadores  y autorizó un premio de 20.000 liras (1.725 dólares) a cada uno. Y, lo que fue más importante, salvaron sus cabezas.