Noticias El Periódico Tarija

Por Eduardo Ávila Sánchez

Son las 3:00 a.m. y suena el teléfono, me acerco lentamente a su cuarto y lo miro sentado en el borde de la cama, cuelga todavía con los ojos cansados y me habla… “hijito, el maletín por favor”. Como cualquier niño de 9 años corro a hacerle caso; es que después de haber estado lejos de él por 3 años mientras se especializaba en Argentina, cualquier cosa que me dice la quiero hacer en el minuto. Mi papi sale y por supuesto me duermo. A las 8:00 estoy tomando mi desayuno y lo veo entrar con su mirada triste, deja el maletín sobre la mesa y se sienta a tomar el mate que le pasa mi mamá.

-¿Y Papi? ¿se puso bien el señor? , y casi con una lágrima en su mejilla me responde – No hijito, a veces no se puede…

Este es uno de los miles de recuerdos que tengo del Dr. Carlos Ávila Castellanos, mi superhéroe favorito… mi papá. 

Aquel médico que se fue a los apenas 46 años de edad de un ataque al corazón; un corazón que se cansó del estrés, de la vida desordenada, de estar muchas veces separado de su familia, solamente por curar a otros. 

Y hoy después de 15 años de su partida me atrevo a escribir esto; ¿el por qué?, la rabia inunda mi corazón y siento que se lo debo y se lo debo a la gente. 

Viví 19 años de mi vida al lado de un médico, NO DE UN CRIMINAL, lo acompañé innumerables veces en sus visitas, consultas y lo vi trabajar incansablemente por cada uno de esos pacientes, lo vi llorar por ellos, me separé de él muchos cumpleaños, fiestas y 3 largos años de su estancia en Argentina; vi como las personas paraban en la calle para agradecerle sus vidas, su atención y la vida de los suyos, y me sentí y me siento ORGULLOSO, porque ese superhéroe haya sido mi papá.

Es así que no puedo tolerar esta insensatez llamada Nuevo Código Penal, porque conozco de cerca lo que es la vida de un médico, porque no puede recibir JAMÁS el mismo trato que un criminal común, y es así que me sumo con mi corazón al pedido de sus colegas, de los pacientes y de los que creemos en estos superhéroes de mandiles blancos.

Hoy vuelvo a ser niño de nuevo y me imagino a mi viejito con su mandil blanco, en los pasillos de sus hospitales, con su estetoscopio en el cuello y su sonrisa… la sonrisa que le dio paz a miles de enfermos; lo imagino caminando a mi lado y charlando conmigo, – “No pues hijito, algo hay que hacer, escribí y contales, que sepan lo que es”. 

Nunca lo van a saber papi, pero yo y miles lo sabemos y no los vamos a dejar, tú no serías NUNCA UN CRIMINAL y ningún médico lo podrá ser JAMÁS.

Por vos, por ellos, ayudemos a los médicos en su lucha.

El autor es comunicador social.