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Texto escrito por Karelys Juárez

Los colores vibrantes, los enigmáticos tejidos y la ligereza de las plumas de los atrapasueños han cautivado a más de uno; hoy podemos ver sus magistrales diseños en habitaciones, dibujos, pinturas, tatuajes y accesorios. Pero cuántos se han preguntado, ¿de dónde vienen este artefacto? ¿Qué los hace tan misteriosos? ¿Qué simbolizan?

La leyenda de los atrapasueños tiene su origen en el pueblo indígena norteamericano Ojibwa, donde los “Asabikeshiinh” no sólo representan amuletos para alejar las malas energías acumuladas durante la noche, también conforma la identidad de los habitantes de dicho poblado.

La historia comienza con Asibikaashi, una hermosa mujer araña que tenía la tarea de velar el sueño todos los niños y niñas de Ojibwa. Al caer la noche, la hermosa Asibikaashi visitaba cada una de las casas del pueblo, se inclinaba en las cunas o camas de los pequeños y comenzaba a tejer sobre ellos un fino y delicado tejido, el cual era capaz de atrapar cualquier pesadilla y desaparecerla.

De esta manera, los niños podían descansar y permanecer seguros durante la noche, pues la energía negativa quedaba atrapada en las redes tejidas por Asibikaashi hasta el amanecer, cuando el resplandeciente brillo de la mañana llegaba para desvanecer lo malo y renovar con su luz todo lo bueno.

La población Ojibwa comenzó a crecer y a expandirse por toda América del Norte, lo cual trajo serios inconvenientes para Asibikaashi, a quien cada noche se le dificultaba llegar hasta todos los niños y cuidar de ellos. Es así como las madres y abuelas de Ojibwa en busca de protección para sus hijos y nietos, comenzaron a tejer hebras de sauce alrededor de un aro o argolla en forma de lágrima, y obtenían como resultado una red similar a la tejida por la mujer araña. El amor y el sentimiento de protección con el que fueron tejidas estas redes las dotaron de propiedades mágicas, e hicieron que quedaran atrapadas, entre sus hebras, las pesadillas y los malos sueños de los pequeños, lo que permitió su descanso y protección.

Un viaje a través de las hebras y plumas

De acuerdo con la leyenda de Ojibwa, los malos sueños y pesadillas que atormentan a los niños son atrapados en las hebras tejidas por Asibikaashi y, posteriormente, por las madres y abuelas hasta el amanecer, cuando son destruidos por los rayos del sol; mientras que los buenos sueños y las energías positivas atraviesan la red y se deslizan por las plumas hasta alcanzarnos mientras dormimos. En la comunidad indígena Lakota, de la etnia Sioux, los atrapasueños funcionan un poco diferente, ya que las pesadillas atraviesan la red y desaparecen, y los «buenos sueños» se quedan atrapados en la telaraña hasta que logran descender por las plumas y alcanzar a la persona que descansa.

Por su parte, la cultura Occidental ha tergiversado un poco esta leyenda, y para muchas personas los «buenos sueños» son interpretados como aspiraciones, deseos, energía positiva y anhelos; de esta manera, los atrapasueños se convierten en el medio para alcanzar nuestras metas y anhelos.

Esta la leyenda ha viajado miles de kilómetros y en la actualidad aún se elaboran en distintas partes del mundo, ya que se confía en sus poderes mágicos y propiedades purificantes de energías; a la vez es una forma de estar en contacto y mantener viva la creencia de los antepasados.