Estamos prácticamente a medio camino del último mes del año, se va el 2017 y es inevitable la evaluación natural que hacemos como medio de comunicación a las instituciones y a las autoridades, incluso ellas nos llevan por ese rumbo ya que nos dan información relativa y cada uno expone sus números. Muchas veces la noticia va cargada de componentes políticos, a propósito, cada quien alaba lo suyo y no es extraño porque ya muchos detractores tiene cada quien y si se quedan esperando aplausos de donde nunca llegarán, no podrán mostrar las virtudes de su gestión.
Esperamos que la ejecución presupuestaria no sea la vara que se use para hacer esta evaluación, normalmente es así aunque no es exactamente lo correcto porque no es mejor autoridad o no hace mejor gestión quien gasta más, el destino de los recursos es muy importante y sobretodo que tanto ha influido mejorando la vida de las personas. Es posible que se tenga 90% de ejecución sólo por el hecho de haber desembolsado el dinero en obras o proyectos a medias o que están paralizados… se ha sabido de autoridades que a fin de año se preocupaban en adjudicar y pagar anticipos para que sus números se eleven así como administraciones que luchaban para que crezcan esos porcentajes pero el constante desembolso de recursos en sus cuentas hacia imposible conseguir el objetivo, claro que estamos hablando de tiempos de mucha liquidez, tanta que no se encontraba la forma de ejecutar esos dineros públicos.
Ojalá que este fin de año sea diferente porque en realidad no nos interesa ser amplificadores de una suerte de competencia interinstitucional de quienes manejaron los recursos de una u otra manera, sólo queremos saber cómo se lo hizo y en beneficio efectivo de quien, eso es lo importante, la eficiencia, responsabilidad e impacto de la inversión, porque si no es el Estado el que asuma esta tarea, seguro que el sector privado no lo hará, peor aún en la crisis en la que nos debatimos.