Se ha dicho y escrito mucho de la convulsión del tráfico vehicular en Tarija, el desorden es extremo y no se han aplicado políticas serias para cambiar esta realidad que de hecho es compleja.
Si bien el problema es evidente en calles y avenidas, se hace más notorio en los accesos a los distintos puentes que cruzan el río Guadalquivir. En horas pico la situación se torna inmanejable, pues de calles de dos carriles se debe ingresar a puentes con solo uno de ida y otro de vuelta, es decir, cuatro autos quieren entrar donde solo caben dos y en algunos casos son tres los que intentan ingresar a una sola vía tal como ocurre en el puente San Martín de la margen izquierda del rio.
Si bien es una herencia, en la nueva gestión que ya no es tan nueva, no se han asumido las medidas que se requieren para corregir estas falencias, por lo que al aumentar el parque automotor el problema se escapa de las manos y surge el caos que permite que el más grande o el más atrevido o arriesgado se imponga. Lo malo se debe corregir y lo nuevo que se piensa ejecutar, se debe hacer sin caer en los mismos errores que bloquean la ciudad amable que todos queremos.