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Cultura Colectiva

 

En este momento, Estados Unidos está pasando por una de las peores crisis de su historia.
No sólo Donald Trump se convirtió en presidente en uno de los momentos más insólitos que este planeta ha presenciado, sino que su victoria desató una ola de odio racista y xenófobo entre los miembros de la ultraderecha. Los medios son boicoteados por las mentiras del magnate y no hay nadie en la Casa Blanca que lo señale como un psicópata. Uno de sus asesores es un sexista retrógrada que podría retroceder al país más de 100 años y todo parece ir mal en el plano internacional.

Pero la pesadilla termina ahí. Su población está sufriendo dos de las más grandes epidemias de drogadicción de los últimos años. La primera fue consecuencia de la crisis económica del 2008 y derivó en que los individuos de clase media desempleados cayeran en el espiral del amor por la heroína. La segunda, se encuentra en el sector educativo universitario: uno de cada cinco jóvenes de entre 18 a 25 años tienen una adicción por una medicina llamada Adderall, la cual ha causado crisis nerviosas y muertes en todo el país y es uno de los problemas más ignorados; especialmente en la era del arrogante presidente.

 

El Adderall ha ganado fama en años recientes gracias a distintas creaciones cinematográficas o televisivas que se enfocan en su efecto y señalan sus peligros, a veces de forma de comedia. Fue creada para tratar a pacientes con trastorno de déficit de atención y personas con narcolepsia. Entre sus componentes se encuentran dos derivados de la anfetamina, por lo que tiene propiedades altamente adictivas. Causa que el consumidor tenga una concentración y energía mucho mayor de la normal, evita el cansancio y también permite una retención más óptima de recuerdos: se convirtió en la favorita para estudiar para los exámenes, trabajar toda la noche y poder sobrellevar las clases y gracias a que es un simple medicamento, se ha hecho demasiado fácil comercializarlo.

 

Diferentes estudios han encontrado que la anfetamina en bajas dosis puede ayudar a tener un proceso cognitivo mucho mejor. Gracias a su funcionamiento en los pacientes, no representa un riesgo para la industria; es un consumo controlado y limitado, pero cuando se encuentra en manos de los jóvenes, es más probable desarrollar una adicción. El uso constante hace que los individuos no sientan con la misma intensidad los efectos, así que buscan aumentarlos añadiendo más a la ración normal. Eventualmente, se convierte en una bomba de tiempo y puede tener distintos resultados: una renuncia, una crisis nerviosa causada por la ansiedad, falta de sueño y exceso de anfetamina en el cuerpo o la muerte.

 

Un punto relevante es cómo la FDA (Administración de Comida y Medicamento de Estados Unidos) se rehúsa a revelar la verdadera cantidad de muertes reportadas por Adderall. Aunque, en distintos medios nacionales han salido a relucir múltiples historias sobre jóvenes que murieron a causa de una sobredosis de la droga o por la mezcla de alcohol con el medicamento, la organización afirma que las muertes han sido pocas. No existe un registro general, pero hay sospechas de que –debido al éxito entre los universitarios– así se venda de forma ilegal, la institución sigue teniendo ganancias cada vez más grandes, así que no la quitará del mercado mientras funcione.

 

Las crisis nerviosas también han sido reportadas, pero los estudiantes culpan al sistema educativo. La presión es tan alta, que no encuentran otra forma de evitar dormir y poder funcionar, recordar y trabajar de manera óptima, pero lo que ignoran es que la droga contiene anfetamina; la perciben como un medicamento inocente que –debido a que tiene caja y se vende en las farmacias con una receta– no causará ningún daño. Los daños psicológicos también pueden ser graves: la ansiedad, el estrés y la manera en que la droga cambia el funcionamiento del cerebro, hacen que quede susceptible a desarrollar diferentes trastornos. La droga lleva a la mente al límite y en un punto se quiebra.

 

La rehabilitación suele ser compleja. Debido a que la anfetamina es altamente adictiva, el proceso de recuperación es largo y difícil. Muchas veces, los estudiantes recaen por la presión de los estudios y se convierte en uno de los peores círculos de drogadicción y cuando termina y finaliza en muerte, no sólo es por la sustancia. Ha habido casos de suicidio, desnutrición, deshidratación y crisis nerviosas que derivan en daño mortal (cortándose) o en un suicidio silencioso. Lo que al principio parece normal para el estudiante, después se vuelve un mundo ilógico, lleno de letras y libros. En otros casos, es una mezcla de sustancias (como el alcohol) lo que causa el fallecimiento.

 

Los jóvenes ahora la ven como una droga común. No ven el verdadero peligro. Ahora hay reportes de chicos que no eran estudiantes, así que su popularización va más allá del esfuerzo por el estudio. No se sabe la cantidad de fallecimientos a causa del Adderall, pero en estos tiempos tan ansiosos, es posible que crezca, junto con los mayores adictos a la heroína. Un porcentaje de la población estadounidense está perdida en fantasías y en mundos cerrados que posiblemente los llevarán a la muerte. Viendo lo que sucede en la realidad, su escape es lógico.