En muchos sentidos, Bolivia es un país donde lo que no se usa en otros lugares del mundo es aceptado y utilizado, así sucedió durante década cuando recibíamos autos con el volante a la derecha que eran transformados con los riesgos consabidos, una dirección modificada que sin duda exponía al conductor ya que nadie daba la garantía de que esa modificación no fallara o simplemente funcionara como algo improvisado. Igual sucedió cuando se aceptaban vehículos siniestrados en otros países y eran importados a Bolivia y comprados por docenas, motorizados rechazados en otros lugares que tenía un gran basurero para llegar.
El fenómeno de la ropa usada ha roto todos los precedentes, toneladas de prendas que en su gran mayoría fue donada o regalada, llega a nuestro país sin mayores problemas a pesar de que pesa un prohibición sobre este negocio, aún así, sigue entrando, sigue llegando y sigue siendo vendida. Un negocio multimillonario que le otorga utilidades gigantes a quienes los manejan, un negocio basado en la voluntad de un pueblo que es 100% consumista y lo que esta mal lo vende o se deshace de él, habiendo quienes están a la espera de esa caída.
El colmo de colmos es que a pesar de la flexibilidad de nuestras autoridades, hoy se hacen trueques con base en la idea ya hablada con Fernández, ante un fenómeno grande y muy serio. Ya se prohibió el ingreso de esos productos al mercado nacional pero mientras eso no suceda, lo vigente, es lo que se esta promoviendo el consumo de alcohol. Y así de cada río y tía, sobrinos, primos, etc. Lo enorme es esforzarse pensé que están de otro sino y quería hacer vida social molesta esto no se resuelva.