Noticias El Periódico Tarija

 

Es cierto que vivimos en una ciudad linda, acogedora, de gente amable pero que cada vez va perdiendo estos y otros atributos por su crecimiento desordenado, no planificado. En Tarija todo esta por todo lado, así como podemos encontrar restaurantes al lado de oficinas públicas, también tenemos bares frente a escuelas, discotecas muy cerca de colegios, no se han delimitado las áreas que debe tener la ciudad donde cada una tenga una razón de ser. Se puede decir que por las características propias de Tarija es muy difícil separar lo uno de lo otro, además de la idiosincracia imperante que de por si nos hace desordenados y con el supuesto derecho de hacer, poner o dejar de hacer como cada quien quiere.

A vista y paciencia de hasta policías, podemos encontrar jovenzuelos bebiendo en plena vía pública, ni siquiera escondidos o camuflados, en una plazuela, sentados en un banco con las botellas debajo. Qué ejemplo más evidente puede haber que el de la unidad educativa «Lindaura de Campero», tradicional centro de formación, ubicada en la plaza Sucre, rodeada de bares, restaurantes y boliches, existiendo normas vigentes que lo prohíben, sin embargo es el municipio el que otorga las licencias de funcionamiento. Lo mismo sucede con la plaza de armas «Luis de Fuentes», a menos de una cuadra de una iglesia, Catedral, y de un colegio, el San Luis. Si vamos más allá, por las afueras, la situación es más compleja aún porque el control se relaja y cada quien instala lo que quiere. En ciertas avenidas cómo se puede entender que hayan casas de cita al lado de viviendas particulares, que hayan lugares donde mujeres venden favores sexuales al lado de ventas de autos o bares con damas de compañía frente a la universidad  pública. Se debe suponer que todos estos tienen la autorización necesaria para funcionar.

Creemos que el principio de autoridad no sólo se debe imponer cuando ciertas autoridades quieren ejecutar una obra cualquiera a pesar de la oposición de algunos o de sectores enteros, también para hacer respetar las normas vigentes que seguramente fueron motivadas persiguiendo una mejor convivencia en sociedad. En el caos no se impone el bien común ni se respetan los derechos de la gente, eso sucede en Tarija.