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IGOR GUZMÁN/BOLINFO/TARIJA

(elPeriódico-Agosto31/2017)

La desaparición de Ana G. Roca Gómez, al igual que el caso Mariscal quedó en la impunidad por casi tres años, hasta que dos testigos  revelaron que esta joven fue asesinada y enterrada en un pozo séptico en Peña Colorada.

Con estos datos,  la Fiscalía orientó  la investigación a un feminicidio, ordenando el allanamiento del terreno y encontrando el cuerpo de la joven víctima que estaba desaparecida hace tres años.

El abogado Santos Torres Galarza, en conversación con SinCensura de elPeriódico,  dio más detalles respecto a las primeras hipótesis de rapto, las que dirigían a una investigación sin resultados en el caso “Roca”;    pero el tiempo se ocupó de cambiar la vía de las indagaciones a un feminicidio, por una confesión relatada por dos sujetos.

“Mi amada hija, ella tenía un futuro muy prometedor, pedí a Dios, que me muestre el camino y guía para encontrarla.  La encontramos,  pero ya sin vida…jamás olvidaré cuando se fue, cómo me pidió permiso para salir con esas chicas, aún está en mi mente cuando se probó de ropa para salir, y nunca más la volví a ver”, relató Claudia Roca, hermana mayor de Ana.

Torres contó que Ana entró en contacto con su amiga para salir a bailar a la discoteca “Pedros Tequila”, ubicada en la avenida Montenegro en Villa Montes.

En este acontecimiento, la joven  había  ingerido bebidas alcohólicas  y bailado durante toda la noche. En ese ínterin,  por lo menos hubo dos a tres cortes de luz en este local. Era el 20 de diciembre del año 2014.

“Como se cortaba la luz, la víctima llamó al autor de este crimen, René Fabricio Romero, quien la recogió con una vestimenta negra  y una cadena tipo rockero en su moto”.

Ese fue el instante cuando la llevó a su domicilio en la zona de Peña Colorada,  y es ahí donde el joven cometió el crimen.

Este hombre quien aparece en Facebook como una persona normal, ya tenía antecedentes criminales, había violado a su exconcubina, además que agredía de la misma forma  a las mujeres con quienes salía. Entonces,  hizo lo mismo con Ana.  La golpeó en la cara hasta provocarle una hemorragia, para debilitarla y someterla sexualmente.

Tras violarla, la siguió torturando, siendo tan fuerte el impacto en la joven que se orinó por el trauma que estaba pasando.

El joven posterior a la tortura, la estrangula y le golpea su cabeza contra el suelo, provocándole la muerte.

“Cerca de las seis de la mañana,  el testigo principal entró a su cuarto, vio a la chica quien tenía la cara desfigurada  y estaba mojada”.

René le pidió a su amigo que le ayude a deshacerse del cadáver, pero el amigo se negó, por lo que l asesino sacó un arma de fuego y lo encañonó. El testigo decidió huir del lugar.

El pacto del crimen

Ante la negativa del amigo,  este criminal llamó a su exesposa, con quien tenía un pleito penal. Sin embargo, ella le ayudó a envolver el  cadáver de Ana con una sábana  y lo entierran en un pozo séptico de esa vivienda.

El asesino abandonó ese lugar para trasladarse a una vivienda en el barrio Bolívar de aquella ciudad.

“La mujer no quiere hablar, existe un pacto de silencio entre los dos, todavía mantenían contacto, y ella sabía de todas sus fechorías,  está en su derecho constitucional, pero puede ser importante de que ella declare”,  indicó el abogado.

Los principales testigos

La Policía inició la búsqueda de la joven  tras la denuncia de los familiares. El caso en primera instancia fue  tipificado como rapto.

Ante la inexistencia de rastros de esta muchacha, el caso fue rechazado. También fue formalizada una   denuncia por feminicidio, que siguiendo el mismo proceso,  fue descartada por el Ministerio Público. Entonces la familia  y el Servicio Legal Integral Municipal (SLIM),   encontraron a dos principales testigos.

“Uno de los testigos vio cómo ella se subió en la moto de René Fabricio  y desapareció desde ahí, el otro, vio el cadáver en la cama del imputado”, aseguró el abogado.

Con estas nuevas pruebas,  los agentes de la Policía,  reabrieron el caso y aprehendieron a la pareja criminal. Ambos se negaban del crimen hasta su encarcelamiento.

Existen pruebas contundentes,  como los papeles que indican que la casa donde fue encontrada los restos óseos de Ana el 11 de agosto, era habitada por el pervertido, a quien también le desfavorecen los antecedentes penales que tiene por abusos sexuales. (eP).