Noticias El Periódico Tarija

Las ciudades fueron naciendo y creciendo sin considerar una serie de elementos útiles para la convivencia y dejando de lado a segmentos de nuestra sociedad que se constituyen en minorías y tal vez por eso, no tomados en cuenta al punto del irrespeto. La inclusión de figuras de siempre pero marginadas siempre también en las normas de un país, ha logrado que esos sectores merezcan mayor atención por parte del resto de los que somos parte de esa sociedad mencionada y cuestionada por sus «olvidos y descuidos».

Hemos construido ciudades para quienes podemos desplazarnos sin problemas con nuestras extremidades, utilizando plenamente nuestros sentidos pero hemos dejado de lado a quienes no tienen la misma suerte pero que valen igual que cada uno de nosotros. Tarija no es la excepción, lo interesante es que nos hemos dado cuenta, hemos ido madurando, nos han ido obligando y hemos acomodado paulatinamente el centenario diseño a viejas realidades que nunca las tomamos en cuenta. En el caso de las personas con capacidades diferentes y en particular de quienes tienen problemas de locomoción, para lo que tienen que utilizar una silla de ruedas, plazas, calles, veredas, edificios, oficinas, no estaban preparados, y muchos aún no lo están, es cierto que otras tantas han ido improvisando y adecuando… y las nuevas construcciones ya contemplan, si o si, diseños distintos y aptos para estas situaciones y personas.

Lo desmotivante es ver que somos nosotros mismos los que no respetamos ese nuevo presente, que no valoramos el uso que se le da y la necesidad que tienen de usarlos quienes padecen estas limitaciones. Es común que vehículos sigan estacionando frente a estas ramplas, es normal que antes de ellas se coloquen otros elementos dificultando su buen uso, es cotidiano que quienes no las necesitan las utilicen, es parte de la realidad que se les de un uso diferente para el que fueron pensadas, es decir, caemos en una serie de conductas que muestran nuestro desapego a la inclusión y el bien común, que reflejan nuestro falta de respeto por esa convivencia amable y pacífica en la que todos deberíamos contribuir.