Es la historia de siempre, cuerpos legislativos que trabajan, que producen, que elaboran leyes que luego no se cumplen, que no tienen fuerza, a las que no se les hace caso. En Tarija venimos promulgando normas que son un saludo a la bandera, que no han solucionado problemas de fondo o que si podrían hacerlo, no hay quien haga que se las respete.
En el marco de la autonomía que tanto perseguimos, por la que tanto luchamos, los tarijeños estamos llegando a la conclusión de que no estamos preparados para ella, hasta ahora no nos hemos sabido comportar a la altura de las circunstancias, la coexistencia de un ejecutivo y un legislativo sólo ha complicado los procedimientos y las decisiones, era de suponer que en el enmarañado ambiente político las fuerzas se repartieran y obligaran al consenso, como debe suceder en una democracia madura pero como la nuestra es mayor de edad pero parece no haber madurado lo suficiente, los conflictos han pasado a ser parte de nuestra agenda, de un día a día otrora tranquilo… sino fue por la ley 007, sucedió por la ley LOE y si no fue por ésta, fue por la ley del 8% y así se pueden mencionar varios ejemplos en los que Tarija ardió por la pugna política, ninguno de los dos poderes ha sabido generar los espacios para el acuerdo, por tanto, el caos comenzó a ser parte de nuestra agenda.
No se puede dejar de mencionar que la promulgación de leyes puramente enunciativas también llena los cajones de la Asamblea Departamental, esas que saludan el aniversario de una región, aquellas que declaran patrimonio una iglesia o una fiesta, no es que estén mal, sólo que no llegan a la gente en nada, no le ayudan en nada, son de mero trámite, maquillaje para tapar que lo prioritario no se está haciendo. Es positivo que se quiera hacer, por lo menos hay la intención, con base en una agenda legislativa, que rija la gestión, que establezca esas necesidades primarias a ser atendidas y para las que se precisa un respaldo legal, caso contrario se pondría en entredicho la razón de ser de la Asamblea, de por si tan cuestionada y desgastada. Deben ser los propios asambleístas los que velen por el cumplimiento de las leyes que ellos mismos aprueban, eso es parte de su tarea de fiscalización que está en el marco de sus responsabilidades, no es sólo aprobar y olvidar… esto consiste en aprobar y fiscalizar para justificar el momento de cobrar.