En las innumerables retiradas del ejército boliviano de sus posiciones ante las ofensivas del ejército paraguayo, los indígenas del Chaco contribuían de manera eficaz en el repliegue de las tropas y su conducción por sendas y picadas a otras posiciones o retaguardia y en ocasiones ante la desesperación y caos, se unían a la defensa en las mismas condiciones de la soldadesca.
En las memorias de Elizardo Pérez durante la Guerra del Chaco se destaca “…un cierto día, a las cuatro de la mañana, los soldados de reclutamiento desprendidos de la guarnición de Achacachi, nos hicieron un malón allanando las casuchas de los indios, para arrastrarlos al cuartel, y entonces no se fijaron en edades ni en rol alguno como habían dicho. Al amanecer, madres, esposas e hijos vinieron a relatarme lo ocurrido para que reclamara ante las autoridades. Fue inútil: las órdenes militares eran inamovibles y en menos de 24 horas, los pobres indios salían de Achacachi, rumbo a la trinchera, sin haberse podido despedir siquiera de los suyos” Elisardo Pérez, Warisata 1962
Esto acontecía para finales de 1933; sin embargo para mediados de 1934 el propio Elisardo Pérez se refería después sobre el reclutamiento de indígenas con las siguientes palabras: “Warisata ofreció durante la Guerra un espectáculo nunca visto en nuestra historia republicana. Los indios se presentaron al puesto militar, para entregar espontáneamente a sus hijos al sacrificio patrio, a más de eso llevando víveres”.
Los oficiales son los que estaban en primera línea; para líderizar un ataque, infundir coraje, arengar a sus hombres, para hacer cumplir las órdenes o simplemente tomar decisiones según su iniciativa personal… ellos fueron los que sí estuvieron en primera línea; pero es también cierto que desde la misma guerra circularon versiones con el objetivo de sublevar a los indígenas, con comentarios como que “ellos estaban como carne de cañón”, por lo que tampoco no nos debe sorprender su primera reacción… la de no querer presentarse a los puntos de reclutamiento. El indígena que se asumió como un soldado boliviano más, que de forma dolorosa entendió que él también era parte de esta nación que peleaba por sus objetivos, tuvo una destacada actuación, como también los de otras clases sociales y étnicas del país.
El enfoque de la participación indígena varía según el desarrollo de la misma Guerra… entre 1932 a principios de 1933 no participaron, es más, realizaron revueltas y sublevaciones contra el presidente Salamanca… para mediados de 1933 fueron reclutados a la fuerza y no existen informes favorables sobre su desempeño… pero a partir de 1934 y hasta finalizar la Guerra, su participación fue heroica, sobre todo los quechuas, aymaras y chiriguanos, ya sea como combatientes, telegrafistas, aguateros, cocineros y traductores de códigos o también en retaguardia.
El destacado historiador e investigador René Arce en obra “Guerra y conflictos Sociales señala. “… para las poblaciones nativas bolivianas que asistieron a la guerra del Chaco, significó una de las experiencias más dolorosas en el proceso de asimilación, aculturación e integración nacional. En la Guerra del Chaco, como nunca antes se produjo el encuentro y la experiencia conjunta de todos los miembros de la sociedad boliviana, de todas las diversidades étnicas y lingüísticas”
A la conclusión de la guerra los desmovilizados del área rural no gozaron de las ventajas del resto de los excombatientes, es decir de la pensión vitalicia. La mayoría de los indígenas no tramitó su participación como combatiente y regresaron a sus hogares para dedicarse a sus habituales labores, reestructurar sus familias y continuar en la lucha por la recuperación de las tierras o territorios indígenas usurpados. Cintos de familia guaraníes del lado boliviano emigraron al territorio de Argentina asentándose en las provincias de Corrientes y del Litoral de ese país.
La Guerra del Chaco (1932 -1935), tuvo como escenario al territorio de Tarija y sus habitantes fueron protagonistas y solidarios de esa cruenta contienda que enfrentó a bolivianos y paraguayos. Bolivia puso bajo banderas 200.000 hombres, 30.000 en retaguardia, 21.000 cayeron prisioneros, murieron 52.397 combatientes en los campos de batalla, 4.264 fallecieron en cautiverio en Paraguay y perdimos 234.000 km². del territorio de Tarija. Bolivia asumió la pérdida de 65.000 hombres jóvenes de la población de esa época.