El Brigadier General Juan Antonio Álvarez de Arenales, lucho en la guerra de la independencia a órdenes de los generales Belgrano y San Martin. Estuvo en la batalla de Suipacha (Tupiza), junto a la milicia chapaca y la caballería chicheña. Falleció el año 1831 en la comunidad de Moraya, cantón de la provincia de Modesto Omiste del Departamento de Potosí, Bolivia. Tiene una población de 1.106 habitantes ubicada a 3.100 m.s.n.m. entre las ciudades de Tupiza y Villazón, enclavada en un fértil valle alto. Fue fundada en el siglo XVI, y se constituye como el segundo cantón más antiguo de Bolivia detrás de Vitichi.
Nació el 13 de junio 1770, en España (Villa de Reinoso) y murió en Moraya, Potosí, Bolivia el 4 de diciembre de 1831. Llegó a Buenos Aires en 1784. Educado por sus parientes para ser sacerdote, eligió la carrera militar. Tras concluir sus estudios militares, fue enviado al Alto Perú (la actual Bolivia), donde se unió al movimiento revolucionario de Chuquisaca, Bolivia. El 25 de mayo de 1809 creó la primera Junta que rompió con las autoridades coloniales españolas. Se convirtió en dirigente de los indios contra la opresión y desconsideración del gobierno. Comandante de las fuerzas patriotas. Derrotada la rebelión por las tropas pro realistas de Goyeneche, Arenales se salvó de la ejecución en mérito a sus destacados antecedentes pero fue enviado como prisionero a los calabozos del Callao. Escapó y regresó a su hogar en Salta desde donde respaldó la revolución porteña. El 20 de febrero de 1813, participó a las órdenes de Manuel Belgrano en la victoria independentista obtenida en la batalla de Salta.
Solicitó a la Asamblea que le emitiera un documento designándolo ciudadano de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Fue gobernador de Chuquisaca y Cochabamba en la actual Bolivia durante la guerra de la independencia y se encontró aislado por las derrotas patriotas de Vilcapugio y Ayohuma.
Organizó la guerra de guerrillas tan exitosamente que el jefe español Pezuela se vio forzado a abandonar las provincias norteñas argentinas para proteger la retaguardia realista. Arenales reocupó Chuquisaca y luego se unió a las fuerzas de Rondeau en su tercer intento por incorporar el Alto Perú, actual Bolivia a la revolución. Posterior a la derrota de Sipe Sipe, encabezó la retirada hacia Tucumán, donde permaneció hasta que estalló la guerra civil. Cruzó los Andes hacia Chile donde el Gral. San Martín estaba preparando su expedición libertadora al Perú. Arenales fue bienvenido por San Martín quien lo designó al mando de una División de su ejército. Tras su arribo al Perú se hizo cargo de las dos importantes campañas a las sierras para obtener el control sobre esa área antes que los realistas pudieran utilizarlas como base de operaciones.
En 1821 fue enviado al Perú para encargarse de dos importantes campañas en las sierras. Tras la proclamación de independencia del Perú, fue nombrado gobernador de las provincias norteñas del futuro territorio argentino, con responsabilidad sobre la instrucción de las tropas y la preparación de la campaña al Ecuador. En 1822 solicitó su retiro, tras la partida de San Martín del Perú..
El gobierno peruano lo gratificó con el rango de Gran Mariscal. Gobernador de Salta desde 1823 procuro establecer un gobierno liberal como el de Rivadavia en Buenos Aires. Envió tropas para colaborar en la Guerra contra el Brasil. En 1827 una revuelta encabezada por José Francisco Gorriti y Dionisio Puch se propuso derrocar a Arenales. El Gobernador envió una tropa de trescientos hombres al mando de Coronel Bedoya, quien se enfrentó contra una fuerza de ochocientos disidentes en la decisiva batalla de Chicoana, el 7 de febrero de 1827. La derrota de las tropas oficialistas ocasionó que Arenales y sus partidarios se exiliaran en Bolivia.
LOS RESTOS DEL GENERAL
ARENALES DESCANSAN EN SALTA
En 1831 Arenales decidió emigrar a Bolivia, enfermo y atribulado por las luchas políticas que se desarrollaban en Salta. Emprendió el camino del destierro y acompañado por su hija María Josefa Alvarez de Arenales de Uriburu y por su yerno el coronel de milicias don Evaristo Uriburu y Hoyos.
El Brigadier General Juan Antonio Alvarez de Arenales, falleció en Moraya, comunidad de Potosí, Bolivia, el 4 de diciembre de 1831 en la casa del Coronel José Manuel Pizarro y sepultado allí en el osario común de esa comunidad a excepción del cráneo, conservado por el Coronel Pizarro y entregado a doña Josefa Arenales de Uriburu, su hija y esposa del Coronel Evaristo de Uriburu en la ciudad de Buenos Aires.
El registro del Archivo Histórico de Salta señala que “… un terremoto sacudió a Moraya, la iglesia del pueblo se derrumbó. Las sepulturas se removieron y por ello algunas fueron profanadas. Con temor de que pudiese ocurrir lo mismo con los restos de Arenales, el coronel Pizarro los extrajo del lugar y los depositó en el osario común, excepto la calavera, que quedó en su poder”.
Posteriormente, en mayo de 1959, tras ciento veintiocho años de su muerte, su cráneo fue recuperado y llevado a Salta para descansar definitivamente en el «Panteón de las Glorias del Norte de la República Argentina, tras cumplirse una emotiva ceremonia cívico militar en el templo mayor de Salta.