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Nazzareth Balbás / RT

Una verdad dicha mil veces puede parecer mentira. Ése podría ser el caso del denunciado financiamiento que recibe la oposición venezolana por parte de Estados Unidos, de los grupos económicos nacionales y, claro, de organizaciones internacionales interesadas en frenar la llamada Revolución Bolivariana.

¿Será cierto? La pregunta se repite casi con la misma frecuencia que las denuncias del gobierno del presidente Nicolás Maduro sobre las fuentes de financiamiento de la oposición venezolana.

Sin embargo, Maduro no es el precursor. Antes de él, la alerta fue hecha —y reiterada— por el fallecido mandatario Hugo Chávez, quien fue víctima de un golpe de Estado en 2002 y, desde entonces, el asedio a su gobierno solo fue en escalada. Pero, ¿de qué se trata? ¿De dónde provienen los cuantiosos recursos que han sido destinados a la derecha venezolana por casi dos décadas, de manera interrumpida? La respuesta es amplia.

Desde aportes directos del Departamento de Estado a voceros de la oposición, hasta inyección de divisas a organizaciones fachada que operan en el país, pasando por los aportes del empresariado local, sin descuidar el ‘apoyo’ recibido por parte de partidos políticos y fundaciones en Europa, lo que le ha sobrado a la derecha han sido ingresos. Casi siempre en moneda extranjera.

Washington, mon amour
La abogada estadounidense Eva Golinger ha sido una de las voces más citadas para hablar de los recursos que llegan para la oposición, vía Washington. En 2009, por ejemplo, la investigadora —apoyada en pesquisas a documentos desclasificados del Departamento de Estado— cifraba en 6,4 millones de dólares los aportes del Fondo Nacional para la Democracia (NED, por sus siglas en inglés) a los grupos políticos que adversan a la revolución bolivariana. Los números no son descabellados.

En 2014, la justificación presupuestaria del Congreso norteamericano (página 126) detalló que a Venezuela se destinaron cinco millones de dólares para “apoyar los esfuerzos políticos de construcción de competencias”, con el propósito de “proteger” el espacio democrático mediante el financiamiento a la “sociedad civil”. Aunque EEUU tiene varios programas de ‘cooperación’ en áreas como salud, cultura o educación, todos los recursos para el país sudamericano se enviaron a una sola partida: el Fondo de Apoyo Económico (ESF, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, el cambio de inquilino en la Casa Blanca amenaza con cortar el flujo de billetes. El presidente norteamericano, Donald Trump, ha anunciado que hará un recorte de más de un tercio a los programas de ‘cooperación’ con América Latina, que se ejecutan a través de instancias como la Usaid (la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), según Foreing Policy. La derecha venezolana, que fue financiada el año pasado con 6,5 millones de dólares, no recibirá ni un centavo. ¿Acaso ese tijeretazo en el financiamiento, por primera vez en más de 18 años, empuja a la oposición a actuar con más rapidez para forzar, por una ruta antidemocrática, ¿la salida de Maduro?