Noticias El Periódico Tarija

Tarija es una de las ciudades en la que mayor cantidad de canes existen per capita, cifras que deben preocuparnos porque reflejan varios elementos que no pueden pasar desapercibidos para nosotros como habitantes y estantes. La gran mayoría de estos caninos se encuentran en las calles, sin dueño, abandonados, padeciendo las calamidades que esto significa y al mismo tiempo representando un alto riesgo para los ciudadanos.

Al existir una población tan elevada, su alta reproducción es inminente, lo que genera un crecimiento exponencial en relación a la de los humanos. Quien llega del extranjero se sorprende al ver tantos perros por doquier, en parques y plazas, cruzando calles y avenidas, representando un peligro ya que pueden ocasionar un accidente vehicular. Igualmente estos animalitos no son controlados en cuanto a las vacunas que deben recibir y entre esas la de la rabia, exponiendo otra vez a la gente en caso de ataques y mordeduras, Tarija tiene registros de preocupación en comparación con la media nacional y tuvo épocas en las que llamó la atención de las autoridades en salud del país. Igualmente, los perritos se encuentran expuestos a cualquier dolencia ya que al no contar con los cuidados veterinarios respectivos y desenvolverse en medios hostiles en los que son agredidos por humanos, otros canes y animales, suelen ser víctimas de heridas que se infectan ocasionandoles a veces hasta la muerte. En la estación más fría, el invierno, padecen las inclemencias del clima buscando cada uno el mejor refugio posible. Algunos son compañeros de mendigos y pordioseros que encuentran en ellos la compañía y el abrigo que no consiguen de las personas.

En ciertas zonas existen jaurías de perros que son un serio riesgo para la gente, llegando en las afueras a atacar a otros animales de crianza como gallinas, ovejas y cerdos. Basta recordar que desde el municipio se reconoció que en la zona de Pampa Galana, donde aún opera el botadero municipal, vivían, procreaban y se reproducían perros «casi» en estado salvaje que se alimentaban de los desechos humanos al igual que los porcinos. Cuando «el Periódico» destapó el escándalo de la Chanchería de Pampa Galana y por fin se restringió el ingreso al basural, los vecinos de la zona denunciaron que los perros, por hambre, atacaban a sus animales, reflejando el temor de que pudieran hacerlo con los niños del lugar.

No apoyamos la exterminación masiva de canes que muchas veces ha ejecutado de manera solapada la alcaldía y cuestionamos la ausencia de iniciativas para implementar medidas que controlen la sobre población de canes de manera gradual, la salida rápida y cruel de envenenarlos y matarlos nos parece cruel y retrógrada. De hecho también quienes tenemos perros en nuestros hogares debemos entender que implica un alta responsabilidad, en su cuidado y mantenimiento como miembros de la familia, además de ayudar al municipio a que este gran fenómeno no siga creciendo con nuestro aporte negativo.