Noticias El Periódico Tarija

INFOBAE

Pasaron más de 3 meses de la asunción de Donald Trump como presidente de Estados Unidos y las noticias sobre su figura se multiplican. Decisiones de gobierno, acciones, frases, comportamientos poco convencionales. En un extenso artículo de The New Yorker titulado «How Trump could get fired» o «¿Cómo Trump podría ser despedido», se da a conocer una extraña teoría suya sobre el rendimiento físico.

Trump mide 1,90 metros y pesa 107 kilos. Su leve sobrepeso se explica, entre otras razones, por su desprecio a la actividad física, al ejercicio, más allá de sus rutinas cansinas de golf. El artículo consigna: «Trump mismo dice que ‘no es un gran durmiente’ (‘me gusta dormir tres horas, cuatro horas’) y profesa un cariño especial por el bistec y McDonald’s. Aparte del golf, él considera al ejercicio una pérdida de tiempo. Argumenta que «una persona, al igual que una batería, nace con una cantidad finita de energía».

En la misma línea, a principios de año, se puntualizaba que el golf era la única actividad ocasional del actual mandatario estadounidense e, incluso, cuando lo hacía se trasladaba en carrito. Durante la campaña electoral, consideraba sus visitas como un modo de ejercicio.

Trump solo juega al golf ocasionalmente

Trump solo juega al golf ocasionalmente

En Trump Revealed: an American journey of ambition, ego, money and power, una de sus biografías no autorizadas, los periodistas Mike Kranisch y Marc Fisher escribieron más extenso sobre la curiosa teoría de la «batería»:

«Después de la universidad, luego de que Trump renunciara a sus intereses atléticos personales, llegó a la conclusión de que el tiempo que pasaba jugando deportes era tiempo perdido. Trump creía que el cuerpo humano es como una batería, con una cantidad finita de energía, que el ejercicio no hace nada más que agotar. Así que no buscó ejercitarse. Cuando supo que John O’Donnell, uno de sus ejecutivos de casino más importantes, entrenaba para la triatlón ‘Ironman’, lo reprendió y le dijo que iba a morir joven por culpa de eso».

Además de su escaso movimiento, Trump también presenta un gusto especial por una dieta que está lejos de lo considerado «sano». Comida chatarra, pollo frito y gaseosa forman parte de su alimentación de la que presume a través de sus redes sociales.

En su curiosa filosofía, el ejercicio duro a largo plazo conduce a dolores físicos, reemplazos de rodillas, un cuerpo deteriorado, una muerte prematura. En respuesta, Micahel Jonesco, especialista en medicina deportiva y ortopedia en el Centro Médico Wexner de la Universidad Estatal de Ohio, salió al cruce. «El ejercicio no agota por completo las reservas de glucosa, glucógeno y grasas de los tejidos del cuerpo. Además, estos combustibles se restauran cuando una persona come», sostuvo.

Con respecto a la concepción de «batería», Jonesco remarcó: «Si pudiéramos crear una batería que cada vez que se utiliza en realidad se volviera más potente y eficiente, entonces seguro nuestro cuerpo sería como una batería».