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Por mandato de la naturaleza, el cuerpo de las mujeres y los hombres posee, en algunas zonas, vellos-aparentemente inútiles- que pueden resultar anti-estéticos e incomodan. A raíz de los ideales de belleza en todo el mundo y en combinación con la cultura occidental, la depilación se convirtió en un ritual prácticamente obligatorio para todas las mujeres.
Una de las zonas con mayor interés es la íntima, parcial, total o con algún diseño. Más allá de las condiciones estéticas y socio culturales posee una relación directa con la actividad sexual.
Para Walter Ghedin, (MN 74.794), médico psiquiatra y sexólogo, las personas que optan por la depilación refieren sentir un aumento de la sensibilidad en la región con aumento del placer.
«El contacto piel con piel, sin el vello mediante, puede despertar sensaciones más placenteras. En la pose del misionero, en la cual el pubis roza el clítoris durante los movimientos del coito, la fricción es directa y de mucho contacto. Más allá del tema físico, la autoimagen tiene una influencia muy importante, ya que se sienten más atractivas para sus parejas», dijo Ghedin a Infobae.
En ese sentido, los motivos están relacionados fundamentalmente con la autopercepción del cuerpo y la sexualidad. Una investigación de la revista JAMA Dermatology informó que un 32% de las mujeres entre los 18 y los 65 consultadas refirió que se sienten más atractivas y un 21 % dijo que lo hacía para «complacer» a su pareja.
En esta misma línea, un estudio realizado en Estados Unidos, encabezado por la ginecóloga Tami Rowen de la Universidad de California en San Francisco, confirmó que las mujeres que eliminan sus vellos tienen más sexo.
El vello púbico es una de los caracteres sexuales externos, comienza a aparecer en la pubertad y se extiende y aumenta por la acción de las hormonas sexuales (estrógenos y testosterona) que modelan gradualmente el cuerpo de los jóvenes hasta la adultez.
«No se sabe a ciencia cierta la función del pelambre púbico, son varias las teorías: indicadores de madurez sexual, protección de los genitales, depósito y trasmisor de feromonas, entre otras. Sin embargo, la visión del vello púbico forma parte del constructo de toda figura corporal», resaltó el especialista.
Sin vello, ¿menos protección?
Al margen de consideraciones estéticas, cumple una función, para Ghedin lo que aún no está claro si aumenta la posibilidad de las infecciones de trasmisión sexual o ITS.
«Quizá esta protección no sea solo local, también podría impedir el ingreso de otros gérmenes de acción más sistémica». Un ensayo publicado hace unos días en la revista Sexually Transmitted Infections intenta dar respuesta a ésta cuestión de si la depilación frecuente favorece, o no, la transmisión de enfermedades de contagio sexual.
Para tal fin realiza una encuesta de probabilidad a más de 7000 mujeres y hombres estadounidenses entre 18 y 65 años. Los investigadores dividieron a muestra en «aseo extremo» con depilación de más de 11 veces al año y «aseo de alta frecuencia» con aseo o lavado del vello en forma diaria y los que daban poca importancia al cuidado del vello o «aseo de baja frecuencia».
Y separaron las infecciones de transmisión sexual en cutáneas (por contacto): HPV, herpes genital, sífilis y molusco contagioso, y secretoras (por fluidos): HIV, gonorrea y clamidia. De toda la muestra estudiada un 74% informó que acostumbraban a cuidar de alguna manera el vello púbico.
«Los resultados son parciales y requieren de más datos, pero se puede concluir que los que tienen un excesivo cuidado del vello (aseo extremo) con depilación de más de 11 veces al año tienen más probabilidades de contraer ITS tanto cutáneas como secretoras, además de piojos; en cambio en los «aseo de alta frecuencia» y los «de baja frecuencia» las ITS son más propensos a enfermedades de contacto, incluidos la pediculosis», concluyó el especialista.