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Cientos de miles de opositores tomaron de nuevo las principales avenidas de Venezuela a 50 días del arranque de unas masivas protestas contra el presidente Nicolás Maduro y volvieron a enfrentarse el sábado en Caracas con las fuerzas de seguridad.

En el este de la capital, los manifestantes intentaban marchar hasta la sede del Ministerio del Interior y Justicia en el centro de Caracas, pese al persistente bloqueo que han ejercido en otras movilizaciones los efectivos policiales para evitar su llegada a la sede de los poderes públicos.

En medio de estos disturbios, al menos 59 personas han fallecido en las últimas seis semanas.

Muy cerca del destino final de la movilización opositora, miles de seguidores de Maduro se concentraron frente al Palacio de Miraflores en apoyo al mandatario.

«Estos 50 días han sido una masacre contra el pueblo de Venezuela, sin embargo (…) mientras más represión, más resistencia, más lucha», dijo el líder opositor Henrique Capriles, minutos antes de iniciar camino hacia el centro.

En la ciudad de San Cristóbal en el estado Táchira, fronterizo con Colombia, la concentración también fue dispersada por las fuerzas de seguridad y médicos dijeron a Reuters que al menos cuatro personas resultaron heridas.

«Está muy mal que las autoridades estén poniendo a enfrentarse el pueblo contra el pueblo (…) El gobierno invierte más en perdigones y armas que en comida», dijo a Reuters María Díaz, una abogada de 33 años, cuando protestaba en la ciudad fronteriza.

Esta semana, el Gobierno socialista envió un contingente de 2.000 militares y otros 600 efectivos de operaciones especiales a la entidad fronteriza. La mayor presencia policial no persuade a los manifestantes y la oposición tiene previsto volver a la calle el lunes para seguir presionando por la convocatoria a elecciones generales adelantadas, entre otras demandas.

Maduro, heredero político del fallecido Hugo Chávez, acusa a sus adversarios de promover una insurgencia armada y activó recientemente una Asamblea Constituyente para buscar calmar la agitación política, que ha sido rechazada por la oposición y los representantes de la Iglesia Católica.