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Nayú Alé de Leyton

Título dogmático definido verdad de fe en el concilio de Éfeso, el año 431, convocado por el Papa San Celestino I. El cual en su conclusión principal decía:

“El Logos se ha hecho hombre, uniendo así según la hipostasis de manera inefable e inaudita una carne animada por alma racional, y se llama Hijo del hombre… Afirmamos que las naturalezas que se han unido en verdadera unidad son distintas, pero de las dos ha resultado un solo Cristo e Hijo. El Logos se ha hecho carne… naciendo como hombre de una mujer, sin dejar de ser Dios y de ser engendrado por Dios Padre… Por eso los santos padres han tenido el valor de definir a la Santa Virgen como madre de Dios”.

El día de esta solemnidad es el 1ro. de enero. Recordemos a la Madre de Dios y lo hagamos con las palabras de San Antonio de Padua, que dirigiéndose a ella le decía: “Este nombre es de una torre inexpugnable, el pecador que se refugie junto a ella será salvado; nombre dulce, nombre que reconforta al pecador, nombre de gran esperanza. Señora tu nombre es suspiro del alma, tu nombre es suspiro de unción. El nombre de María es alegría en el corazón, miel en la boca, melodía para los oídos”. El nombre de la Virgen era María (Lc. 1,27).

De la belleza de María su madre, dijo el Hijo: “Tú eres bella amiga mía, suave y graciosa como Jerusalén” (Cant. 6,4).

Bella por la humildad, amiga por la caridad, suave por la contemplación, graciosa por la virginidad, como la Jerusalén celeste en la cual habita Dios.

La Virgen es su morada porque está escrito: “Quien me ha creado reposa en mi tienda” (Eclo. 24,10) es decir en mi vientre.

María es bella porque es humilde, no es una belleza excéntrica y de simple apariencia, sino una belleza que es reflejo de Aquél que es Bello por excelencia, una belleza que da consistencia y transparencia a las cosas y a los seres.

María es solidaria pronta al servicio como cuando se hizo presente ante su prima Isabel, como cuando vio la necesidad del vino en las bodas de Cana y cuando compartió la oración con los apóstoles.

María posee una suavidad que no es simple delicadeza femenina, sino que le viene donada por la brisa del Espíritu.

Su virginidad se hace “graciosa”, es decir llena de gracia. Esto es posible porque María dejó su corazón de modo total y exclusivo, disponible para Dios, por eso pudo ser colmada de la gracia del Señor.

María fue tienda, morada, casa para el Señor, pues lo acogió y lo portó en su seno. Portó en su corazón al Bello por excelencia, desde ella irradia belleza al mundo.

María es una madre todas las veces en que la fe de los cristianos estuvo en peligro o han sido perseguidos, la Virgen se manifiesta, se aparece, nos da mensajes, indica peligros, hace advertencias, actúa como una madre amorosa para ayudar a sus hijos.

Apoyemos nuestra fe en ella, busquemos su ayuda y consuelo y encontraremos su amorosa respuesta.