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ERBOL

Los gobiernos de Perú y Estados Unidos dieron su visto bueno a Chile para que entregue a Bolivia un corredor que lo conecte con el Océano Pacífico.

Documentos confidenciales revelan que hubo una cita en 1976 entre el entonces secretario de Estado y su par peruano, que se dio mientras Santiago esperaba la decisión de Lima sobre su oferta de un corredor a Bolivia.

El secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, había señalado que apoyaban los alcances del proyecto que se manejó en el denominado Abrazo de Charaña y que determinaba la cesión de una franja a nuestro país a través del exterritorio peruano.

“Nosotros no estamos comprometidos con una salida para Bolivia, pero en general favorecemos que se logre, sin un interés particular en ninguna solución”, indicó.

Por su parte el ministro de Relaciones Exteriores de Perú, Miguel Angel de la Flor, en noviembre de 1976 indicó que se aceptaba el corredor, pero planteó una condición: crear una zona tripartita en la costa al norte de Arica, lo que contribuyó finalmente a sepultar el acuerdo.

Según un reportaje del periódico La Tercera de Santiago, 9 meses antes se produjo una reunión de hora y media de representantes de gobiernos de Lima y Washington en las oficinas de Torre Tagle, en la capital peruana, para analizar la demanda marítima boliviana

Chile y Bolivia habían restablecido en 1975 las relaciones diplomáticas y se discutía un eventual acuerdo que le permitiría a La Paz lograr su anhelada salida al mar al norte de Arica a cambio de un canje de territorio con Chile. Augusto Pinochet y Hugo Banzer parecían estar logrando lo imposible, pero la última palabra, como lo establecía el Tratado de 1929, quedaba en manos del gobierno peruano.

Lima no parecía dispuesta a ceder su frontera sur con Chile, entre otras razones -como lo dejaría claro el canciller- por los efectos que el tema podía tener en la proyección de los límites marítimos.

Alcances del diálogo

El periódico chileno destaca que en el diálogo entre De la Flor y Kissinger, cuyo contenido fue desclasificado por el Departamento de Estado en un documento de 11 páginas fechado ese 18 de febrero de 1976, el jefe de la diplomacia de EE.UU. que había incluido a Lima en una gira regional, le pidió a su par peruano que lo instruyera sobre el tema.

“Para EE.UU. no es el asunto más importante, pero sería interesante aprender algo sobre él. El escritorio de América Latina en el Departamento cree que el tema es demasiado complicado para que yo lo entienda”, comentó.

De la Flor, un ex general devenido canciller de Velasco Alvarado en 1972 y que se mantuvo en el cargo hasta después de la llegada al poder de su sucesor, Francisco Morales Bermúdez, en 1975, le entregó entonces una detallada explicación del asunto desde la Guerra del Pacífico hasta esa fecha.

“La guerra de 1879 tuvo tres participantes, Chile, Bolivia y Perú. Chile ganó 160 mil kilómetros cuadrados de territorio, Perú perdió Tarapacá y 130 mil kilómetros cuadrados. Para Perú los costos económicos fueron altos, pero la guerra dejó heridas aún más profundas”, partió explicando el canciller peruano.

De la Flor le solicitó a un ayudante que trajera un mapa y siguió explicando. “Desde el día después del fin de la guerra, Bolivia intentó obtener una salida al mar por tierras peruanas ocupadas por Chile”, pero tras el Tratado de 1929, entre Chile y Perú, se fijaron límites a la soberanía y ninguno de los dos países “puede entregar parte de esos territorios a una tercera parte sin consultar con el otro”. Por ello, agregó el canciller, tras las negociaciones iniciadas entre La Paz y Santiago en 1974 -que llevó al famoso Abrazo de Charaña entre Pinochet y Banzer al año siguiente-, se le pidió a Perú su opinión: “Y nosotros dijimos que debíamos conversar”.

Sin interrumpir, Kissinger escuchó la extensa explicación de De la Flor. “Debemos estudiar este problema cuidadosamente. Esto no involucra un simple sí o no. (…) Lo que queremos es una solución real”. “¿Y cómo logrará eso? ¿Qué métodos empleará?”, intervino el secretario de Estado. “Primero debemos determinar por qué Bolivia quiere la salida. ¿Sólo quiere mirar las playas? No, quieren construir un puerto y lograr una salida funcional. ¿Entonces tenemos que preguntarnos si la franja propuesta constituye una solución real?”. “¿Qué ancho tiene?”, inquirió Kissinger.

Para el canciller peruano el corredor no sólo era demasiado estrecho, sino que su forma también creaba problemas. “Al proyectar sus límites se cruzan con las 200 millas de aguas territoriales de Perú y Chile. Perú no sólo está jugando con el tiempo, sino que hay obvias cuestiones que tenemos que evaluar con mucho cuidado”, precisó.

“¿Y cuánto tiempo tomará eso?”, intervino Kissinger. “Es difícil decirlo”, fue la respuesta. Ante lo cual el secretario de Estado agregó: “Pero no tengo la impresión de que el asunto se arregle en las próximas semanas (…). Ni tampoco que usted, si Dios no quiera, sufre un repentino ataque al corazón, moriría triste si el tema no se arregla”.

“Queremos una solución, pero no una que llegue rápido y que no termine siendo permanente”, agregó De la Flor. Ante lo cual Kissinger cerró el asunto dejando clara la posición de EE.UU.: “Nosotros no estamos comprometidos con una salida para Bolivia, pero en general favorecemos que se logre, sin un interés particular en ninguna solución”.

La respuesta peruana a la propuesta del corredor ofrecido por Chile llegaría finalmente en noviembre de 1976. En ella Perú aceptó el corredor, pero planteó una condición: crear una zona tripartita en la costa al norte de Arica, lo que contribuyó finalmente a sepultar el acuerdo, concluye La Tercera.