Gary Antonio Rodríguez Álvarez
(Economista y Magíster en Comercio Internacional)
Se acerca la celebración del Primero de Mayo y -como ha venido ocurriendo en Bolivia durante más de una década- los trabajadores presionan al gobierno por un desmesurado incremento salarial mientras que los empleadores, los que arriesgan y se sacrifican invirtiendo para hacer empresa en el país, son ignorados olímpicamente de la discusión del tema pese al Convenio de la OIT que recomienda un diálogo tripartito trabajadores-gobierno-empresarios, siendo que estos últimos son los que cargan con las consecuencias.
La preocupación es la de siempre: todo incremento salarial sin una mejora de la productividad de la mano de obra o de la competitividad sistémica derivada de políticas públicas implicará mayores costos de producción, una carga adicional que si bien el empresariado formal pudo sobrellevar durante el auge, no podrá ahora a la luz de lo visto el 2015 y 2016 con la desaceleración económica y precios bajos, sin garantía de mercados, sea el interno -que se pierde por la crecida de las importaciones alentadas por un dólar artificialmente barato- o el mercado externo, que se desaprovecha por los cupos a las exportaciones.
Al unísono con la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia, las micro, pequeñas y medias empresas han advertido que un aumento salarial irracional, más allá de la reposición del poder adquisitivo aparejado a la inflación (pese a que a ellos nadie les repone sus pérdidas por igual razón) podría provocar: baja de utilidades, en las que aún ganen; una merma de su inversión, en las que todavía pueden; el aumento de deudas, en aquellas que ya están en problemas; recortar personal -en la mayoría- sin descartar un posible cierre. El problema es que el incremento salarial no solo implica un mayor sueldo mensual, sino una vorágine de subidas de beneficios sociales, previsiones, etc.
Póngase a pensar en este caso: el de una trabajadora del hogar cuyo salario mínimo es hoy Bs1.805 ¿la conservaría Ud. si por caprichos del destino se impone la locura de la COB de lograr un sueldo mayor a Bs2.000? Puede que no…
Igual pasa con las empresas, de hecho ya está pasando ¿o no se enteró de los severos recortes de personal en el sector petrolero, textil, agroindustrial, forestal, agropecuario, comercial, etc., cada uno con sus propios problemas?
Ojalá la COB recapacite: si las condiciones para invertir, producir, exportar y generar más empleos en el país no son las mejores, un excesivo incremento salarial podría resultar nefasto para los propios trabajadores…