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Rolando Prudencio

Michael Fitzpatrick, subsecretario adjunto para Asuntos del Hemisferio Occidental de EEUU, ha llegado al país en primer lugar mostrando la zanahoria al afirmar: “La idea principal de nosotros es normalizar las relaciones diplomáticas con Bolivia, como tenemos con tantos países.

No importan nuestras diferencias políticas, pero cuando existen relaciones diplomáticas se puede avanzar”. Claro que seguidamente, y como es costumbre de la política norteamericana, ha sacado el garrote señalando: “Estamos viendo con preocupación esta nueva Ley de la Coca”.

Han pasado ya 8 años y más desde que el presidente Evo Morales tomó la decisión de expulsar al exembajador estadounidense Philip Goldberg después de constatarse que andaba conspirando contra el país; hoy Fitzpatrick hace lo propio, pero contra la hoja de coca, la misma que es y ha sido un símbolo de resistencia a las políticas intervencionistas de EEUU.

Goldberg vino a promover el separatismo en el país, y para concretar ese objetivo lo que estaba en la mira era el alevoso ataque contra la unidad e integridad territorial del país, y para ello se dedicó a atacar. Hoy Fitzpatrick lo hace atacando, pero atacando a la hoja de coca al cuestionar que está viendo con preocupación la nueva ley de la coca.

Claro que lo importante es saber también cuáles fueron los logros en la lucha contra el narcotráfico con la presencia de la DEA en Bolivia, y la verdad es que este organismo se quedaba con el 50% de la droga incautaba, que luego la comercializaba para actividades conspirativas.

En cambio, a través de mecanismos de concertación con los productores de la hoja de coca, la erradicación ha tenido mucho más efectividad que con la presencia de la DEA, pero además sin el costo represivo que ha representado su presencia en el país.

Ya en el caso de la llegada de Fitzpatrick, nuevamente los atisbos injerencistas se han puesto de manifiesto al observar la nueva ley de la coca, toda vez que ha sido una decisión soberana su aprobación, por más que de por medio existan cuestionamientos interesados de sectores opositores sobre el requerimiento de hoja de coca, u oficiosa observaciones de Fitzpatrick.

Vale decir que el fisgón de Fitzpatrick —vino de Sudán del Sur, donde se vive una guerra civil— se viene a articular a la oposición para rechazar la aprobación de la ley de la coca, pues sus declaraciones sobre su “preocupación” sobre la ley pueden ser los prolegómenos de un nuevo proceso de desestabilización contra el Gobierno, y con aquello que es una espada de Damocles: el narcotráfico.