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Sinan Aral y Christos Nicolaides, dos investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusett (MIT), analizaron los patrones de ejercicio diario de más de un millón de corredores, durante un lapso de cinco años. El objetivo de tamaño trabajo era conocer si la aceptación y el furor por la actividad física era capaz de transmitirse. La conclusión fue contundente: según el revelador estudio publicado en Nature Communications, el ejercicio físico es un hábito contagioso.

La explicación que dieron los especialistas a la peculiar teoría es simple. En Instagram, Facebook, Twitter o cualquier otra plataforma se imponen las tendencias que van naciendo en el paso del tiempo y viralizándose con suma rapidez. Las nuevas modas que se expanden son una tentación para los usuarios, que intentan replicar lo que hacen los otros, los referentes, los «seguidos». Esta especie de efecto contagio también ocurre en el mundo fit, destacaron los autores.

Los Millennials son los principales consumidores de los tutoriales y consejos fit que abundan en las redes (iStock)

Los Millennials son los principales consumidores de los tutoriales y consejos fit que abundan en las redes (iStock)

Sin embargo, las razones van más allá. La llegada de las redes sociales, con todas las posibilidades que ofrecen, cambió para siempre la manera de entrenar. Se trata de un lugar de observación y consulta. Un espacio al que expertos de distintas ramas miran para comprender y analizar los fenómenos que prevalecen en la sociedad. Un rincón en donde profesionales o aficionados a distintas especialidades (en este caso, ligados al fitness) comparten sus experiencias, apuntando especialmente a un público puntual: los Millennials.

Los jóvenes son los principales consumidores internautas. El creciente mundo de los sitios de comunicación «roban» gran parte de su vida. Los más activos, encuentran allí diversos modos de entrenar y rutinas de reconocidas celebridades. Las estrellas en estos medio son influencers que muestran sus métodos que realizan para ostentar su esbelta y tonificada figura, y enseñan tips para mejorar el aspecto físico. Personas que día a día magnifican el número de admiradores compartiendo los secretos que dieron como fruto los cuerpos atléticos que lucen. Entrenadores online que fueron ocupando cada vez más el espacio del personal trainer.

Entre los elementos para entrenar no falta los dispositivos de medición del rendimiento (iStock)

Entre los elementos para entrenar no falta los dispositivos de medición del rendimiento (iStock)

Apoyados por aplicaciones, contador de calorías, consejos nutricionales, las plataformas sociales cobraron un gran valor en la vida fit de los Millennials. El más importante es el de motivar y socializar, con videos o capturas que suben la autoestima. Por ejemplo, a través de una serie de imágenes, se reflejan alentadores progresos, el timelapse de personas que disminuyeron considerablemente el peso corporal y amoldaron una silueta que luce envidiable. Estas grandes transformaciones inducen a los demás a llevar una buena alimentación y a adoptar estilos de vida saludable, incorporando la actividad constante como parte de los hábitos diarios.

Retomando la investigación de Aral y Nicolaides, el estudio consistió en recopilar datos por medio de dispositivos wearables (aquellos que registran la distancia y miden la velocidad y los parámetros fisiológicos). Por medio de esta información concluyeron que la actitud del compañero de entrenamiento puede servir de influencia para promover hábitos saludables. Se tomaron en cuenta factores como la localización geográfica, las conexiones sociales, las velocidades y las distancias recorridas. Al mismo tiempo, accedieron a sus relaciones en las redes sociales, que sumaron 3,4 millones de vínculos.

En las plataformas predominan los influencers con consejos a partir de sus propias experiencias (iStock)

En las plataformas predominan los influencers con consejos a partir de sus propias experiencias (iStock)

En el estudio también se destacan otras dos asimetrías bien marcadas: los corredores menos activos influyen sobre los más activos, pero no al revés. Y tanto las mujeres como los hombres contagian a los hombres, pero solo las mujeres contagian a otras mujeres. En definitiva, la influencia social puede empujar a otros a correr y entrenarse, lo que puede servir como sustento para las campañas que invocan a fomentar el ejercicio para revertir los alarmantes números de sedentarismo entre los jóvenes.

«Encontramos que hacer ejercicio es socialmente contagioso y revelamos así un mecanismo de comportamiento que pude explicar las correlaciones de obesidad y felicidad halladas en trabajos anteriores», explicaron los especialistas. Y agregaron: «Nuestros resultados indican que unas estrategias de intervención social que tengan en cuenta los efectos de contagio entre amigos podrán propagar el cambio de comportamientos en las redes sociales de modo más eficaz que las teorías que ignoran el derrame social».