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Raúl Pino-Ichazo Terrazas
(Abogado Corporativo, posgrado en Educación Superior e Interculturalidad, Docente universitario, Escritor)

Ortega y Gasset indicaba que la historia no termina y no acaba, y los primeros en salvar el pasado a través de los libros fueron  los historiadores y filósofos, que los siglos pasados habían estigmatizado con el carácter de puro error, de modo que el pasado no tenía derecho a haber sido. La historia es el primer movimiento y el regreso del filósofo que escribe al origen de su tradición. Cuando el filósofo retrocede a través del libro, lo hace animado por el propósito de tornar al presente, a el mismo, a su propio y actualísimo pensamiento y en esa transición deja libros para la posteridad.

Existen incontables aplicaciones relacionadas con el libro muy elocuentes y reflexivas  como: hablar como un libro que nos infiere a hablar con corrección, elegancia y autoridad; hacer un libro nuevo nos aclara que se debe empecer a corregir los vicios con una vida ordenada; quemar uno sus libros nos ilumina para reforzar nuestra propia opinión y refutar la ajena; colgar los libros nos reflexiona sobre algo que nunca se debe hacer: abandonar los estudios  y otros.

Cuando apareció el libro como tal hubo incertidumbre y ansiedad porque se acumularían muchos libros  y el cerebro no podría registrarlos; afortunadamente el cerebro es superior a la computadora ya que esta y el internet se los contempla supuestamente como el dorado  de la ampliación del conocimiento, y la revolución digital no se sabe a ciencia cierta  a donde nos dirigirá; lo que tiene certeza  es que nunca dejaremos de leer y consecuentemente el libro no desaparecerá, porque quien crea un libro quiere poseerlo tangiblemente y la alegría espiritual que produce al autor la publicación de un libro es inenarrable y la sensación de realización personal es única.

La palabra libro tiene su origen etimológico en el vocablo latino líber; un término vinculado a la corteza del árbol. Un libro es un conjunto de hojas de papel o material semejante que, encuadernadas, forman un volumen. Muchos preguntan ¿Cuantas hojas deben escribirse para que ostente la denominación  de libro?, según la Unesco, un libro debe tener mínimo 49 hojas,  en caso contrario es considerado como opúsculo o folleto.

Por lo general se conoce como libro a toda obra literaria, científica, sociológica, académica o de otro tipo que cuente con la extensión necesaria para formar un volumen. También se pregunta si todo libro es un ensayo; definitivamente no, ya que todo ensayo debe ser reflexivo, creativo, con un desarrollo pulcro y puntual de la inquietud profunda del autor con el tema que trata.

Existen libros digitales que no poseen hojas sino que constituyen archivos para leer en una computadora o un dispositivo electrónico especifico, pero nuestro cerebro separa lo virtual de lo objetivo. Existiendo también los audiolibros que es el registro de alguien leyendo, para que sea accesible  para los no videntes, aunque ya cuentan con la lectura en el sistema Braille.

En el ámbito educativo se hace uso de los libros en distintas asignaturas, existiendo el libro de la escolaridad que es un documento administrativo para registrar las calificaciones en la etapa de formación en los diferentes ciclos, y los estudiantes usan el libro de texto que les sirve de guía.

También se usa la expresión coloquial de libro de cabecera que se mantiene en la mesa de noche para leer antes de dormir; utilizando la misma expresión para definir  a los libros  dentro de la materia, siendo  para las personas que  se dediquen a dicha materia las bases fundamentales y es vital que las estudien leyéndolas; también existe la expresión libro de familia, que es una publicación donde se incluyen los datos  de una familia  en relación con el estado civil y todas las vicisitudes  de la vida. En la actividad teatral se dice libro al libreto de una obra dramática y, en zoología, es la tercera cavidad de las cuatro en un estómago de rumiante.

Finalmente es ineludible citar que cada persona que termina de leer un libro genera en su ámbito cognitivo una multiplicidad de imágenes y sensaciones intimas tan maravillosas que nos hacen admirar la capacidad y  la indestructibilidad de la inteligencia de mujeres y hombres, que es una imagen y semejanza de Dios, siendo Dios el primero que entrego un libro a Moisés; imagine el lector la multiplicidad de sensaciones y sentimientos de realización, con vanidad moderada, que se siente cuando uno es el autor de un libro.