Noticias El Periódico Tarija

La negligencia y la corrupción han sido constantes al hablar de los caminos del país y su construcción, con falencias inexplicables, aunque mirando más adentro se podría entender que a nadie (de los políticos) le conviene una carretera bien hecha porque durara mucho tiempo y se reducirá la posibilidad de seguir “haciendo negocios” con el dinero del pueblo.

Pero una cosa es la corrupción y deshonestidad de funcionarios públicos que lleva a sacarle tajada a todo emprendimiento en beneficio propio y otra que esas conductas irresponsables desemboquen en tragedias y muerte. La mala construcción, el deficiente mantenimiento, la pésima señalización, etc.  de nuestras rutas han sido y son causas de accidentes que traen luto a las familias bolivianas.

Esa falta de responsabilidad no solo se presenta en funcionarios públicos con tareas claramente definidas, también brilla en quienes conducimos vehículos en esas rutas y particularmente en los choferes de buses de transporte de pasajeros y en los propietarios de las empresas respectivas. Por un lado quienes están detrás del volante en muchos casos es gente que no tiene la formación suficiente para comprender que lo que lleva en el bus son personas, seres humanos, cuyas vidas están en sus manos. Demuestran desconocimiento o negligencia total sobre el respeto de las normas viales incluyendo las que limitan la velocidad de circulación y las que prohíben el consumo de bebidas alcohólicas y más aun, conducir en estado de ebriedad. Además, la necesidad económica de ganar más dinero por compromisos personales y familiares hace que los choferes se saturen por la cantidad de horas y viajes continuos o seguidos que realizan. La fatiga es uno de los factores que desencadena accidentes y pocos conductores parecen tomarla en serio. Es preocupante verificar que algunos son capaces de conducir 12 o más horas seguidas, descansar otras pocas y retomar viaje hacia un nuevo destino, claro que mientras más viajes, mas ganancia…pero muchos más riesgos no solo para quien conduce sino para quienes viajan en ese autobús confiando en la pericia, responsabilidad y seriedad tanto del chofer como de la empresa.

Los empresarios del transporte han demostrado tener igual interés de lucro rápido sin que importen las consecuencias, pierden el control del personal que contratan, no saben quién va ni quien viene y durante cuanto tiempo alguien estuvo detrás de un volante y luego….la tragedia. Qué se puede esperar si muchos buses son “armados” ,“made in Tarija” sin cumplir normas elementales de seguridad. El descuido en el mantenimiento técnico de sus unidades está incluido en las causas de accidentes. Con la mayor impunidad se destroza la vida de familias enteras sin que haya culpables, en el mejor de los casos quien paga la factura más alta es el chofer. Muchas veces con toda razón pero otras con ninguna. También juegan un rol importante instituciones que deberían encargarse de hacer cumplir las leyes, la policía, transito, que deben supervisar cada día el estado de los buses, de los choferes y otros elementos para brindar seguridad y garantía al viajero.