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Raúl Pino-Ichazo Terrazas

(Abogado, doctor honoris causa, escritor)

En antítesis a lo que piensa la generalidad que conoce  la excepcional contribución a la humanidad de este científico que lo imagina como impasible a los  sentimientos, emociones y al amor; Einstein concebía en su espíritu una proclividad enjundiosa hacia  el amor con encendida profundidad.  La carta que escribió a su hija Lieserl, conduciéndola sutilmente a través de su lectura sobre los motivos que primaron para proponer la teoría de la relatividad, desvelando lo que muy  pocos entendieron, por ello le solicita a su hija  que transmita a la humanidad algo que seguramente  colisionara con la comprensión y  los prejuicios del mundo.

Le dice que hay una energía extremadamente poderosa para la que hasta ahora, la ciencia, no ha encontrado una explicación formal. Es una fuerza, le relata, que incluye y gobierna  a todas las otras y que incluso está detrás de cualquier fenómeno  que opera  en el universo y aun no haya sido identificado por nosotros. Asimismo ha sido vilipendiada, burlada y despreciada por muchos científicos y médicos del mundo, ¡ esta fuerza universal es el amor!

Cuando los científicos  estaban tras una teoría unificada  del universo olvidaron la más  invisible y poderosa  de las fuerzas: el amor, que es luz, dado que ilumina a quien  lo da  y lo recibe. El amor es gravedad porque hace que unas personas se sientan atraídas por otras, el amor es potencia porque multiplica lo mejor que tenemos y permite a la humanidad que no se extinga en su ciego egoísmo y codicia. El amor, continua el científico en su misiva a su hija, revela y desvela  y se vive y muere por él. El temor, el mal, humor, la ira, la ofensa, la venganza, son actitudes contra el amor; actuando, pensando y cultivando emociones y sentimientos con amor defenderá del mal a los humanos.

La astucia, la sagacidad, la picardía dañina y la habilidad con el manejo de la maldad no es inteligencia. Esta no es humana es divina porque solo se incentiva cuando hay amor. La fuerza del amor  explica todo y da un sentido superlativo a la vida y es la variable que hemos obviado demasiado tiempo; tal vez porque  el amor  nos da miedo, pues es la única energía del universo que el ser humano no aprenderá  a manejarla a su antojo.

Para dar visibilidad al amor, le susurra imaginariamente, he hecho una simple sustitución en mi ecuación más celebre. Si en lugar de E= mc2, aceptamos que la energía para sanar la mundo puede obtenerse  a través del amor multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado, llegaremos a la conclusión  de que el amor es la fuerza más poderosa que existe  porque no tiene límites. Tras el fracaso de la humanidad en el uso y control de otras fuerzas del universo que se han vuelto contra nosotros, es urgente que nos alimentemos con otra clase de energía, continua, y le confía que si se quiere que la especie humana sobreviva encontrando un sentido a  la vida y ver  el ser sensible que en el habita, el amor es la única respuesta.

Lieserl, le escribe, no estamos preparados para fabricar una bomba de amor, un artefacto lo bastante  potente para destruir todo el odio, el egoísmo y la avaricia que asolan al planeta, sin embargo, cada individuo  lleva en su interior una pequeña llama incandescente y poderosa que genera amor y cuya energía  espera ser liberada. Observe el lector  sutileza  con la cual el extraordinario científico equipara su teoría de la relatividad con el amor.

Cuando aprendamos a dar y recibir esta energía universal, querida Lieserl, comprobaremos que el amor todo lo vence, todo lo trasciende y todo lo puede, porque el amor es la quintaesencia de la vida. Todo lo que siembres con amor lo cosecharás con amor y todo lo que siembres con energía que no sea amor, cosecharás la misma energía que siembras.

Me duele mucho, hija, que no haya sabido expresar lo que alberga mi corazón que ha latido silenciosamente por ti toda mi vida. Quizá sea demasiado tarde para  pedir perdón, pero todo el tiempo es relativo: necesito decirte  que te quiero y que gracias  a ti he llegado a mi última respuesta “solo por amor será salvado el amor”.

Tu padre Albert.

Albert Einstein no solo fue un hombre  cuya inteligencia transformo al mundo por su revelación de la teoría de la relatividad; era un hombre  que engendraba  en su espíritu los  sentimientos nobilísimos y su persecución  por las virtudes y practicarlas, lo hizo un mejor ser humano.