Max Murillo Mendoza
Los procesos coloniales dejaron destrucción, desestructuración de realidades y culturas, herencia mental de sometimiento, costumbres coloniales profundamente arraigadas en las cúpulas altas y bajas de las sociedades, grupos dominantes arrodillados desde siempre a las modas sociales, intelectuales y científicas del norte, desestructuración de los llamados Estados republicanos, como instrumentos fracasados desde su nacimiento para inventar otro tipo de Estados. En definitiva, las sobras de la colonia con sus grupos de descendientes coloniales nunca construyeron algo nuevo y novedoso por estos territorios. Hasta hoy son sólo fantoches e imitadores burdos y baratos de las modas que se inventan por el norte.
Sucede que el norte está sacudido profundamente, desde sus raíces mismas, por una crisis sin precedentes. No se está derrumbando precisamente; pero es absolutamente claro que ha perdido el rumbo de su historia. Ni siquiera sus tecnologías de avanzada ni su ciencia de punta sirven de algo para salir de ese atolladero social, económico, filosófico y existencial. Los gringos no saben realmente a dónde van. Están ciegos y dan manotazos al aire, sólo atinan a seguir destruyendo el mundo: cambio climático, bombardeos cotidianos en países lejanos de sus territorios, sólo para mantener sus negocios turbios de armas y material de muerte, destrucción del alma humana por donde se vea su presencia.
Su globalización sólo ha exportado violencia, sexismos, modas exóticas, celulares para transmitir violencia generalizada, corrupción, consumo de drogas, música violenta, pandillas y más violencia en la estrategia del miedo y consuma para disimular el miedo. Nada positivo realmente ha llegado por estos lados del mundo, sino sus modas científicas para sus propias realidades, porque en las nuestras nada funciona porque son copias mal hechas, sin entender nuestras propias realidades. Y quiénes han copiado y todavía lo hacen acríticamente, son las llamadas clases altas, quiénes tienen el dinero y las oportunidades de copiar dichas modas. Es hasta cómico, porque las modas que exporta el norte son las modas pasadas de moda; pero atractivas para las ignorantes cúpulas del sur que nunca inventaron nada, ni a nivel epistemológico, ni filosófico y peor pues a nivel físico o matemático.
Vemos como el comerciante e ignorante gobernante Trump, desnuda lo que en realidad y en el fondo son aquellos países dizque adelantados y científicos. Pues todo lo contrario, su racismo y pigmentocracia delata lo brutales e ignorantes que son. Entonces, otra vez, nada raro lo que hayan hecho los educados, civilizados e industrializados alemanes en la segunda guerra mundial: asesinar a 6 millones de judíos occidentales. Fórmulas mentales que no disimulan lo que en realidad significan las ciencias y las tecnologías. Con toda razón del mundo el escritor argentino Ernesto Sábato, quién fuera Dr. en física teórica, se desanimó de la ciencia cuando vio estallar la bomba atómica en Hiroshima, y se dedicó desde entonces a la literatura, para denunciar las atrocidades del mundo moderno y civilizado.
La civilización occidental empieza a derrumbarse. Sus valores cristianos y filosóficos ya están hace mucho tiempo muertos; son cadáveres que todavía se arrastran. Hoy otras civilizaciones han resucitado: China, India, Irán, civilizaciones amerindias como las nuestras con miles y miles de años en experiencias; aunque destruidas y golpeadas por la colonia, están vivas y empiezan a recomponerse al fin. Pero en Bolivia y vecinos países lamentablemente sus cúpulas sociales siguen siendo atrasadas y seguidoras de las ciencias newtonianas ya superadas y enterradas por el mismo occidente. Cúpulas antiliberales, sin costumbres democráticas, ignorantes e imitadores de las modas del norte. Sin capacidad de invención social, científica ni económica. Y son estos grupos los peores escollos para avanzar en nuestros desafíos, en nuestras estrategias de Estado y en nuestras políticas de Estado, a partir de nuestras propias realidades. A partir de nuestras propias ciencias.
Felizmente ya están claras las cosas. Tenemos menos dudas y más certezas. Como nunca antes ha llegado nuestra oportunidad de demostrar que sólo lo nuestro tiene sentido, y eso ya no tiene freno alguno, sino las ignorantes y poco democráticas clases altas; que poco a poco pasarán al basurero de la historia. La historia tradicional, la oficial y fracasada, sólo es cementerio de malos recuerdos, de fracasos, derrotas y humillaciones encubiertas con maquillaje colonial y republicano. Tenemos que volver a inventar nuestros procesos sociales, nuestros procesos históricos y en serio tenemos la excusa perfecta: occidente es un fracaso rotundo, es decir todo lo que hizo en sí mismo. El renacimiento de nuestros Estados pre-hispánicos, que durante miles de años funcionaron perfectamente y sosteniblemente, tienen que ser recuperados en sus lógicas y en sus tecnologías. Desafíos enormes, desafíos gigantes y nada fáciles por cierto; pero posibles y realizables: China, India, Persia. Realmente están claras las cosas.
Reconstruir, reinventar, cambiar radicalmente los escenarios, confiar sólo en nosotros mismos y en nuestras propias fuerzas culturales milenarias, son la única garantía para no caer en las imitaciones de payasos oligárquicos. El derrumbe de occidente y sus brutales estertores de bestia herida: cambio climático y destrucción mundial por su llamada ciencia, tiene que animarnos más que nunca a confiar en nuestros propios inventos sociales y económicos. Como nunca antes tenemos la oportunidad de ver nuestra propia luz al final del túnel. Desmarcarnos de la lógica cruel occidental y sanguinaria, para por fin buscar otra manera de morar en la tierra. Por fin más humanamente, más civilizadamente, más filosóficamente, desde nuestras propias lógicas y formas de ver el mundo.
Para nuestras lógicas de pensamiento el futuro es el pasado. No la locura futurista y destructiva de la carrera occidental, que sólo les lleva al abismo de la muerte y de su propia destrucción como lo estamos viendo a lo largo del mundo. Como nunca antes tenemos el escenario propicio para plantear lo nuestro. Llegó nuestra oportunidad en lo que se llama historia; aunque es complejo, muy complejo y nada fácil: ser nosotros mismos.
La Paz, 1 de abril de 2017.