Se ha tratado de imponer el concepto de ciudad amable para introducir una serie de cambios en especial en el centro de la capital pero lastimosamente esas transformaciones se han convertido en «deformaciones» pues… que amabilidad puede encontrar un visitante cuando camina por veredas más anchas pero con decenas de vehículos varados en las estrechas calles tocando la bocina sin parar porque los cambios de luz del semáforo no alcanzan para avanzar.
Como podemos entender ese concepto si los autos, taxis, micros y motos pelean sus propias batallas para hacerse un lugar y llegar primero donde sea, pasando por encima de quien sea sin respetar pasos de cebra ni preferencia para el peatón ya que no pueden estacionar en ningún lado y deben circular sin parar generando más calor y contaminación ambiental como auditiva. Como entender la contradicción de querer darle prioridad supuesta al transeúnte con las amplias aceras y seguir construyendo puentes sin pasos a desnivel para facilitar el tráfico y no embotellarlo en las anacrónicas rotondas que en Tarija seguimos incentivando. Es posible hablar de la ciudad amable tan mentada si quien quiere conocer el casi mítico río Guadalquivir tiene que resignarse a ver un sucio y contaminado arroyo en cuyas márgenes las volquetas lo desangran dia a dia desde hace décadas extrayendo de manera descontrolada sus áridos sin que nuestras autoridades hagan algo.
Como ya lo hemos dicho y escuchado, Tarija ciudad ha sido bendecida por una serie de atractivos naturales que la hacen muy especial, un clima templado que paciera que vivimos con aire acondicionado aunque en los últimos años no se puede negar que la temperatura y humedad han aumentado, una campiña preciosa que atrapa a quien la contempla por primera vez, sus sauces, sus molles, sus ríos y quebradas…a estos elementos se suma lo pintoresca que es esta ciudad con un marcado componente colonial, sus calles angostas, sus casonas antiguas, sus plazas y sobretodo…su gente, buena, amable, educada y confiada. Por eso cada vez más personas quieren visitar Tarija y hasta ahora no hemos sido capaces de generar las condiciones para que lo haga.
Los discursos sobre la Tarija turística datan de hace varias décadas atrás, sobre la famosa industria sin chimenea que distribuye mejor el dinero, de manera más equitativa, la misma que ya se instaló a 500 kms. al sur de aquí en un país vecino y que les genera más de $us 300 millones al año. La verdad que impulsar el turismo no sólo consiste en hacer plazuelas bonitas llenas de flores, ni ensanchar las aceras y ponerles unos bonitos faroles. Nunca se ha considerado seguir la ruta del turismo como alternativa en base a una política departamental en la que este incluida la ciudad capital, se ha trabajado como si de una isla se tratara o como si se creyera realmente que somos «la sucursal del cielo» olvidando que Tarija va más allá de El Portillo y de la ruta al norte, mientras eso no suceda será difícil lograr este tan manoseado objetivo. Como término, como concepto, como idea o iniciativa, la Tarija amable suena bonito en los discursos de políticos que sólo buscan endulzar sus palabras de acuerdo al paladar del ciudadano, lo negativo es que las acciones van en contra ruta de las palabras y por eso seguimos anclados al pasado