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La línea férrea entre La Quiaca y Jujuy (Argentina) fue un aspecto importante, quizás el central para la formación de la actual ciudad intermedia, Villazón, ubicada en el extremo sur de Bolivia, frontera con ese país vecino y cuya población actual es de 40.332 mil habitantes según el Instituto Nacional de Estadística. Esta población sureña ubicada a 3.447 metros sobre el nivel del mar, tiene variedad de climas, sus comunidades aledañas son valles cálidos y en la capital el frío arrecia, sobre todo en las estaciones de otoño e invierno, sin embargo, eso no impide el crecimiento de su población que se caracteriza en la actualidad, por acoger a comerciantes que llegan de todo el país, quienes atraídos por su condición de frontera, explotan su actividad.

Según Silvano Calle, el ferrocarril Villazón – Oruro, antes hasta La Paz, fue el nudo central que transformó la vida de esa población y además marcó los hitos fronterizos entre Bolivia y Argentina. Villazón junto a La Quiaca (Argentina) son considerados como hermanos gemelos, de hecho, para la construcción de la línea férrea boliviana, fueron dos latifundistas influyentes en las políticas nacionales, un boliviano y otro argentino, quienes decidieron las rutas por donde pasarían los rieles. «Pinto Escalier y Patrón Costas, ambos se agarraron de la mano y ellos determinaron que el tren pase por sus fincas, por eso la ruta del ferrocarril tiene el actual trayecto. Por la influencia económica política de ambos», afirma Silvano Calle, el poblador más antiguo e informado de esa localidad. Calle fue uno de los primeros dirigentes sindicalistas del transporte en Villazón y principal impulsor de la existencia de la federación de transporte en esa provincia. Sus paisanos dicen que es fue el primer socialista del pueblo.

Según Calle, Pinto Escalier fue uno de los políticos y terratenientes más importantes de los siglos XVIII y XIX en Bolivia, él vivía en Argentina y anualmente llegaba a pasar vacaciones a sus fincas bolivianas situadas en los alrededores de Villazón. «Su propiedad alcanzaba desde Sococha hasta Talina y de Villazón hasta Arenales.

 Los campesinos en esta región usaban pañuelo al cuello, fueron castellanizados y no practicaban ningún dialecto. Incluso no sabían si eran bolivianos o argentinos, porque el territorio era común, ellos respondían por su origen a una sola región, hasta que se establecieron los límites fronterizos y definitivos entre Argentina y Bolivia. Sin embargo, queda claro que lo que determinó el progreso de ese pueblo fronterizo fue el ferrocarril, que por entonces fue Argentina quien influyó para que éste vaya por Uyuni donde se encontraba la mina más grande e importante en la colonia, Huanchaca en la localidad de Pulacayo y de ese modo se apuntaba a realizar negocios con Chile. El 20 de septiembre de 1915, se firmó el primer contrato entre el Estado boliviano y la empresa constructora francesa del ferrocarril. Sus pobladores embanderaron el pueblo desde tempranas horas con las enseñas patrias de Argentina, Bolivia y Francia.
El 24 de agosto de 1925 fue la fecha más trascendental para los villazoneños y por supuesto también para los quiaqueños, porque ese día se entregó de manera oficial el servicio público del ferrocarril Villazón-Atocha de 97 kilómetros de recorrido, construido en primera instancia por la empresa Augusto Vezín y finalizada por la norteamericana Ulen Contractign Corporation tras diez largos años de espera. Este ferrocarril llegaba hasta Atocha, cantón de Sud Chichas, donde se unía al tren del occidente construido por la empresa Bolivian Railway y que se dirigía hasta La Paz. A mediados de ese año las estaciones de tren intermedias entre Villazón y Atocha estaban construidas en su totalidad, pero la influencia del vecino país fue tal que el gobierno se dio la tarea de cambiar el nombre de cada una de ellas a través de un Decreto Supremo cuyo texto señala:

«En memoria de los héroes argentinos que contribuyeron a la independencia de la República y para que perdure el espíritu cívico de los bolivianos por haber derramado y mezclado su sangre en los campos de batalla altoperuanos. La estación de Nazareno fue cambiada por General Balcarce; la de Río Mulatos, General Cornelio Saavedra; la de Yuruma, General Arenales y la Mojo General Medinaceli».

El tren de ese tiempo utilizaba carbón de piedra, que era muy caro y se utilizaba la especie arbórea del Churqui para la obtención del carbón, por su dureza y generar mucha calda. El churqui sustituyó al combustible caro, sobre todo en Mojo y Moraya, donde cargaban vagones de ésta especie forestal, porque además era la única zona donde se podían proveer.