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(VerdadConTinta/29-03-17)

Pese a los múltiples hallazgos de fósiles de animales de la era cuaternaria, Tarija no cuenta con un espacio apto para su exhibición y, peor aún, no tiene políticas agresivas que protejan estas áreas, perdiendo una riqueza histórica como una posible explotación turística.

El director del Museo Arqueológico y Paleontológico Nacional de Tarija, Freddy Paredes Ríos, aseguró que pese a que en el Departamento existen múltiples yacimientos con restos arqueológicos, los mismos no se encuentran protegidos, lo cual impide que puedan ser conservados y estudiados.

“A la ciencia le conviene que estos lugares estén resguardados, entonces uno puede ir de manera tranquila a realizar trabajos de recuperación y excavación”.

Cuando el equipo de Verdad con Tinta preguntó el nombre de las zonas en las que se encuentran los restos, el director se rehusó a responder argumentando que “hay sitios interesantes, pero mientras no haya una política de protección, es mejor que se protejan solos”.

Así, dio a entender que la mejor forma de resguardarlos, por ahora, es mantenerlos en el anonimato, para evitar que los visitantes decidan llevarse un hueso a modo de “recuerdito”.

Aunque suene redundante, las deficientes políticas de resguardo al patrimonio no permiten recuperar y cuidar los fósiles existentes en el Departamento, así como tampoco explotar su potencial turístico ante el temor de su destrucción.

En un Departamento que se jacta de querer generar recursos económicos fuera de los hidrocarburos que también vienen a ser recursos fósiles, a través del turismo, resulta irónico que se ignore la riqueza histórica como el atractivo para el turismo arqueológico, tal como lo explota Sucre.

Visto así, el artículo 99 de la Constitución, establece que “el Estado garantizará el registro, protección, restauración, recuperación, revitalización, enriquecimiento, promoción y difusión de su patrimonio cultural”, parece no estar siendo cumplido a cabalidad.

El director de Patrimonio Natural y Gestión Cultural de la Gobernación, Nelvin Acosta Tapia, explicó que para cualquier tipo de construcción, sea una casa o una carretera, el propietario o empresa debe tener la certificación de inocuidad.

En caso de hallazgos, mandan la orden de paralización de obra, para tomar después medidas de protección de los bienes.

En caso de hallazgos, debe paralizarse la obra.

Según ley departamental, los yacimientos fosilíferos del Valle Central son patrimonio natural del Departamento de Tarija. Si bien existe la declaración de patrimonio, no hay protección alguna de las zonas con riqueza fosilífera, a excepción de comunarios de la zona, que se hacen turnos con la esperanza de que a futuro, estos lugares sean tomados en cuenta como centros de explotación turística.

Las leyes departamentales como nacionales, velan por la protección del patrimonio, pero las instituciones encargadas de hacerlas cumplir, no lo hacen.

El ejemplo más cercano es la construcción del mirador de la Loma de San Juan, donde encontraron restos fósiles.

Fue el 08 de junio de 2012, cuando la maquinaria de la empresa constructora encontró parte de un colmillo sobresaliendo entre la tierra, posteriormente, aparecieron las costillas y mandíbula de un mastodonte andino de unos 60 mil años atrás.

Inexplicablemente, los vecinos de La Loma pidieron que continuaran los trabajos, razón por la que la Gobernación cedió ante la presión social para que siga siendo ejecutada la obra a cargo del Gobierno Municipal, que tampoco pretendía paralizar el proyecto.

Tras una serie de debates y pedidos de especialistas que no continuaran con estas obras, la Alcaldía que estaba a cargo en ese entonces de Oscar Montes Barzón, concilió un acuerdo con la Gobernación, bajo la gestión de Lino Condori Aramayo, de seguir con la obra en la zona, incluyendo maquinaria pesada.

“Se ha hecho la recomendación a la empresa a cargo para que pueda advertir o informar cuando se encuentre algún otro rastro», dijo el entonces director de Patrimonio de la Gobernación, George Vidaurre, dando un margen a la constructora de 7 metros del lugar donde estaban los fósiles, para que continúe con sus operaciones. El mirador es en la actualidad un sitio turístico, aunque la riqueza perdida por la construcción de la obra, era invaluable.

Por su parte, el resguardo y salvamento no es el único inconveniente identificado por el personal del museo. Las viejas instalaciones habilitadas en la década del 60, son un conflicto en sí. El museo sobrepasó la capacidad, no sólo de sus salas de exposición, sino también de sus depósitos.

Al igual que otras infraestructuras de la capital, su ciclo de vida parece haber llegado a su fin y la estrechez del edificio imposibilita el crecimiento de la institución, limitando el número de piezas exhibidas, siendo casi imposible agregar nuevos fósiles o réplicas.

“Mientras las autoridades no decidan reunirse y digan qué se hará, vamos a seguir en este sitio en el que ya no podemos crecer”.

Si bien en la gestión del ex gobernador Mario Cossío Cortez, promovieron un proyecto en la zona de Las Barrancas para un nuevo edificio, el cual contemplaba un parque natural, el mismo nunca llegó a ser más que papeles, debido a los bruscos cambios administrativos de aquel entonces, que eliminaron todo lo hecho por la anterior gestión.

Con el tiempo, los asentamientos en el norte de la ciudad comenzaron a crecer, ocupando parte de las 40 hectáreas que habían sido contempladas para la nueva infraestructura.

Mientras los asentamientos se consolidaban, los nuevos funcionarios de la Gobernación interina argumentaban estar auditando el proyecto, que finalmente nunca fue concretado, recordó Paredes.

Respecto a este tema, el director del museo asegura que la Alcaldía o Gobernación deberían proporcionar un espacio de 20 hectáreas, como mínimo, “y empezar de una vez a construir un edificio acorde a las necesidades que se tiene hoy”.

Con un presupuesto de Bs 455 mil, que son otorgados por la Gobernación por ser un museo nacional, la institución logra escasamente cubrir los salarios de sus 7 trabajadores, realizar un tratamiento al material que se exhibe de manera anual, codificar las piezas, inventariar y catalogar.

Los trabajos de campo y preparaciones químicas para la limpieza también entran a ese presupuesto, aunque no es suficiente para tener todo lo que necesitan. “Cuando se trata de museos nunca es suficiente”, dice de forma desenfadada.

“Los expertos que vienen de otros países se sorprenden de que éste sea nuestro laboratorio de trabajo”, cuenta Paredes, mientras muestra el pequeño espacio que fue techado con calamina en el patio, y en el que se encuentran parte de las piezas a la intemperie, esperando recibir el tratamiento adecuado para no convertirse en polvo.

Por su parte, la falta de códigos en las piezas impiden llevar un inventario de las mismas, lo cual supone un riesgo, debido a que los fósiles del depósito y de la exhibición podrían ser robados sin que haya un documento que respalde su existencia, violando así, una vez más, el artículo 99 de la Constitución, que contempla el registro del patrimonio.

Tras estar 25 años a la cabeza de la institución, Freddy Paredes Ríos, conoce cada uno de los secretos que guarda el museo en su interior, sus fortalezas y debilidades; sin embargo, él y su reducido equipo de trabajo, la vinieron remando solos, incluso estando de 3 a 5 meses sin recibir sueldos en diferentes gestiones, menos con un presupuesto para fortalecerse con el fin de cumplir los objetivos trazados, especialmente en el campo científico. Pese a todas estas adversidades, la institución se mantiene con una riqueza incalculable.

El museo y su orientación científica

Si bien el Museo Arqueológico Nacional es conocido como tal desde los 60, sus paredes no siempre albergaron fósiles.

Lejos de los huesos, en sus inicios en 1939, el museo cumplió las funciones de una sala de ‘todología’, en la que se exhibían viejas ollas de cocina, armas y hasta zapatos.

“Hemos tenido que guardar colecciones de armas, de casas y una colección de pinacoteca la trasladamos a la Casa de la Cultura, porque consideraba que era el mejor lugar para estar. Nos hemos quedado finalmente con la sala de exhibición de mamíferos, invertebrados y arqueología en la sala principal”, explicó el director de la institución, asegurando que finalmente su orientación se volcó al lado de las ciencias, obligando a guardar en depósitos o trasladar las antiguas colecciones que exhibían.