LIDIA AZURDUY R./BOLINFO/TARIJA
(elPeriódico-Mar 19/2017) La lluvia es sinónimo de vida, con ella florece vida, sin embargo los vecinos del barrio Miraflores viven en época de precipitaciones lo que es la falta de planificación y atención por parte de las autoridades ediles de turno; y es que pese al elevado pago de impuestos por tratarse de una zona categorizada como “residencial”, las calles no cuentan con asfaltado o empedrado, muchas apenas muestran señales de un rápido ripeado.
A consecuencia de la falta de asfalto, las lluvias traen consigo la acumulación de agua en charcos de lodo, barro que convierte las calles y accesos en pistas de patinaje de fango prácticamente intransitables.
Por ello es casi inexistente el tránsito de compañías de taxis que por el mal estado de la zona deciden no trabajar brindando servicio alguno, peor resulta encontrar el paso de transporte público por la zona.
A ello se suma el tránsito de buses que se dirigen en dos turnos al colegio “La Salle”, ocasionando que las cosas empeoren debido al paso de movilidades pesadas por el lugar, pero pareciera que ni por ello las autoridades atienden los constantes reclamos.
Zapatos con barro, vehículos varados o atrapados en medio de calles es tan solo un panorama de lo que los vecinos sufren a causa del olvido de los servidores públicos y promesas de incluir en algún momento en el Programa Operativo Anual algún proyecto para mejorar la situación.
Al parecer la cultura del bloqueo, del reclamo se ha enraizado con tal fuerza en la dinámica de gobernantes y gobernados, que sin ello, sin las presiones el aparato público diera la sensación de no inquietarse por atender para lo que fueron electos.
A través de la radiografía en imágenes de un punto de la ciudad se muestra que falta mucho por hacer, debiendo brindar igualdad de calidad de vida en todos los ámbitos como es de un buen estado de calles y servicios básicos. (eP)
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