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(Infobae)

“El Mencho”, líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, ha demostrado al Gobierno de México que 5.000 hombres no bastan para atraparlo. La historia de uno de los narcos más buscados por la justicia de Estados Unidos.

El 1 de mayo de 2015 marca un antes y un después en la historia de Rubén Oseguera Cervantes, alías «El Mencho», líder del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Mostró al Estado mexicano el alcance de su fuerza al ordenar el derribo de un helicóptero del Ejército y narco bloqueos coordinados en tres estados del país, como reacción a un operativo para capturarlo.

El gobierno había ordenado un operativo con 5.000 hombres para atrapar al líder narco. El objetivo no se cumplió y la misión concluyó con el derribo de una nave militar con un lanzagranadas.

Sobre «El Mencho» existen pocas historias: su discreción es el arma que le ha permitido operar desde las sombras. Todos conocen su nombre, pero de su rosto sólo existe una fotografía tomada años atrás, lo que le permite pasar casi desapercibido a pesar de ser uno de los hombres más buscados de México.

Oseguera Cervantes aprendió de los capos del Cártel de Sinaloa -fundando por Joaquín «El Chapo» Guzmán Loera-. Logró separarse y fundar su organización que perfeccionó las técnicas usadas por el aún poderoso grupo criminal.

Su historia se asemeja a la de millones de mexicanos: nació en el estado de Michoacán (Occidente), creció en la pobreza dentro de una huerta de aguacates, algunos dicen que en el municipio de Uruapan y otros que en Aguililla –los dos con marcada presencia de los cárteles-. Ya más grande emigró ilegalmente a Estados Unidos, donde fue detenido y deportado a México.

Entre los pocos datos que se tienen de él está su fecha de nacimiento, el 17 de julio de 1966. A los 25 años, junto con su hermano Abraham, fue detenido en Sacramento, California, en EEUU, por tráfico de heroína, a los tres fue dejado en libertad condicional, pero deportado a México, donde se desempeñó como agente de policía en Cabo Corrientes y Tomatlán, en el estado de Jalisco. Sin embargo, finalmente abandonó la policía para unirse al llamado Cartel del Milenio, un viejo aliado del de Sinaloa.

«(Oseguera) creció al amparo de otra persona, Nacho Coronel –del Cártel de Sinaloa- ni siquiera era su segundo, era cercano, pero no el más cercano. Fue ascendiendo en el círculo de Nacho Coronel y en el ascenso va aprendiendo sus formas de actuar de este personaje que controlaba Jalisco, Colima y Nayarit (en el Occidente del país). A su muerte, ayudado por otros grupos, se hace de un control importante de la mayoría de la empresa criminal que manejaba Coronel, pero ya asumiendo la ‘gerencia general'», relató a Infobae, Fernando Espinosa de los Monteros, investigador de la Universidad de Guadalajara (UdeG).

Ignacio Coronel Villarreal, alías «Nacho Coronel», fue uno de los jefes del Cártel de Sinaloa. Murió el julio de 2010 durante un tiroteo en la ciudad de Zapopan, Jalisco, estado considerado como estratégico para los grupos del narcotráfico y que Coronel mantuvo como uno de los centros de operaciones de Sinaloa.

Tras la muerte de Nacho Coronel y la captura del líder del Cartel del Milenio, Óscar Orlando Nava Valencia, alias «El Lobo», el Cartel del Milenio se dividió en dos facciones: «Los Torcidos» y «La Resistencia», que iniciaron una batalla por el control del narcotráfico en Jalisco.

«Los Torcidos» se convirtieron en lo que actualmente es el CJNG, con «El Mencho» como su líder.

«Cuando asume el control, en condiciones aparentemente difíciles, porque cuando cae un capo de los importantes el poder de la empresa se fragmenta y no hay como un testamento que diga quién es el heredero, la empresa de Nacho Coronel dependía de ‘El Chapo Guzmán’ y todos ellos en un momento estaban con el Cártel de Sinaloa, pero viene el rompimiento.