(Infobae)
Según cifras oficiales, más de 70 mil personas han perdido sus hogares por el desastre natural, y más de medio millón de habitantes también fueron afectados con daños menores. La ayuda humanitaria es enviada por aire y mar, ante el bloqueo de varias carreteras. El pronóstico anunció por lo menos dos semanas más de lluvias.
Las lluvias y riadas que azotan a Lima y el norte de Perú provocadas por «El Niño Costero», han cobrado al menos 72 vidas y miles de damnificados desde enero, mientras la población enfrenta cortes de agua y ruega porque cese la ira de la naturaleza.
«Lamentablemente hemos tenido 72 fallecidos» desde inicios de año, dijo el sábado el primer ministro, Fernando Zavala, en un nuevo balance de las víctimas del fenómeno climático. La cifra de 72.115 damnificados -es decir, que lo perdieron todo- y 567.551 afectados -que sufrieron daños menores- se mantiene por ahora.
Al día siguiente de las riadas que dejaron atrás los Andes y azotaron la capital peruana, cientos de personas buscaban rescatar lo que quedó de sus pertenencias mientras otro tanto hacía gigantescas filas a la espera de camiones cisterna con agua potable, que fue cortada debido a la turbiedad con que es captada de los ríos.
«Estábamos sacando el lodo que se metió con la salida del río. Llegué a rescatar mis colchones. De pronto llegó el ‘huaico’ y se llevó mi casa», dice Salomón Imán, cuya vivienda estaba en la ribera del río Rímac en Chosica, este de Lima.
En Perú se llama «huaico» a la avalancha de lodo y piedras que cae tras las fuertes lluvias. Los cimientos de la casa de Salomón fueron socavados por la bravura del río, que se devoró también otros cinco inmuebles y hace temblar a otra decena de propiedades.
La ayuda humanitaria es enviada por aire y mar, ante el bloqueo de varias carreteras. El gobierno ha incrementado su presupuesto en 764 millones de dólares para una reconstrucción que aún no puede empezar. Por ahora la prioridad es liberar vías, rescatar personas y contener el avance de los ríos.
Pero las avalanchas no dan tregua. El ministro de Defensa, Jorge Nieto, alertó de nuevos «huaicos» en Santa Eulalia y en Cajamarquilla, también en el este de Lima. Se declaró alerta roja y se pidió evacuación.
Bien lo sabe, Lilia Ruales, quien hace 25 años vive en otro sector de Chosica, en las márgenes del Rímac, que hoy pasa amenazante, literalmente, al pie de su patio. La línea del tren que allí se tiende ha quedado completamente en el aire. El río se ha llevado todos los cimientos, y la ferrovía parece ahora una frágil rejilla colgante.
«Tenemos que desalojar. Por favor, necesitamos carpas, agua. Somos unas 300 familias», clama Leila.
En el norte de Perú, lluvias intensas amenazaban con inundar nuevamente Piura, mientras en la región la Libertad, un «huaico» inundó el centro de su capital, Trujillo. En sus playas como la de Huanchaco, la temperatura de sus aguas se elevó en 10 grados sobre lo normal, alcanzando 28,8 grados.
«El Niño Costero» es un calentamiento del mar frente a la costa peruana, que genera alta evaporación y nubes cargadas. La ausencia de vientos favorece su permanencia. Las precipitaciones aumentan el caudal de los ríos, que destruyen todo a su paso hacia el mar. En Lima, es el río Rímac el que toma cuerpo.
Huaico quiere decir quebrada en quechua, y define al espacio que hay entre los cerros, por donde descienden las avalanchas. Con la expansión urbana, se ha construido en esos espacios que los antepasados respetaban.
Hay 811 distritos en emergencia de los más de 2.800 que tiene Perú, según detalló Zavala. Principalmente en la costa norte de Perú.
A pesar de la abundante agua que llega del río Rímac, el principal abastecedor de agua potable de la capital, ésta no puede ser captada por los servicios de saneamiento porque está demasiado sucia. «Sedapal trata agua, no barro», explicó el presidente del Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal), Rudecindo Vega.
El funcionario explicó que en algunos sectores la población aún se abastece por pozos, pero gran parte de la capital tiene el servicio racionado y se espera su restablecimiento paulatino, a medida que cesen las avalanchas.
La televisión mostró cómo ciudadanos llegaban a la Plaza Mayor de Lima a retirar agua de las piletas. Camiones cisterna son aguardados por largas filas de limeños mortificados en sectores residenciales. Otro tanto abarrota supermercados y compra agua embotellada.
En algunos distritos de la periferia, vecinos intentan forzar los reservorios para autoabastecerse, en medio de la desesperación. El gobierno pide no hacer caso de rumores que se difunden por redes sociales, que hablan de desabastecimiento y saqueos.
Mientras tanto, se prevén por lo menos dos semanas más de lluvias.