La Iglesia Catedral es uno de los primeros templos católicos de nuestra ciudad y según registros históricos fue fundada por sacerdotes Jesuitas el año 1690.
En el año 1660 solicitaron apoyo al “Marqués de Tojo”, Juan José Fernández Campero y Herrera, para trasladarse desde Tucumán hasta la Villa de San Bernardo, hoy Tarija. El “Marqués de Tojo”, contribuyó para la construcción de la Iglesia Matriz, actual Iglesia Catedral
En los archivos de la Iglesia Catedral se registran bautizos, matrimonios y defunciones en el periodo comprendido entre 1627 – 1637 de “una doscientas almas”, según las Memorias de Fray Manuel Mingo. La Compañía de Jesús, se hizo cargo de la Iglesia Matriz, concluyó la obra de construcción de manera conjunta con el Colegio Jesuita, actual Colegio San Luis de Gonzaga, luego de más de un siglo desde su inicio. La construcción formó parte del conjunto arquitectónico conformado por el Convento y la Iglesia “Matriz” de la Orden Religiosa de la Compañía de Jesús.
Los Jesuitas fueron expulsados de sus territorios en 1667 por órdenes de la corona española. Los Jesuitas dejaron muchas obras inconclusas, posteriormente se hicieron cargo del templo los padres Franciscanos, luego la Orden de los padres Claretianos y finalmente los padres de la Orden Diocesana.
Posteriormente fueron expulsados los padres Dominicos, Agustinos y parte de los Franciscanos de Tarija, en cumplimiento de órdenes ejecutadas por el General Francisco Burdet O’Connor en el año 1870 Su Santidad el Papa Francisco, de la orden Jesuita conoce que sus antecesores estuvieron en Tarija y que en este territorio sacrificaron sus vidas por la conversión y la fe.
ROQUE GOROSTIZA, JESUITA TARIJEÑO
Cerca de la expulsión, el jesuita tarijeño P. Roque Gorostiza fue misionero entre los indígenas vilelas y lules en el Chaco de la Gobernación del Tucumán. En 1690 viajó a Santa Cruz el P. José de Arce, de la Provincia del Paraguay, para interceder en favor de un prisionero chiriguano. El Gobernador de Santa Cruz, Agustín Arce de la Concha, le manifestó su deseo de que los jesuitas de Tarija funden misiones entre los chiquitanos, que eran más pacíficos que los chiriguanos, y que habían pedido misioneros. El gobernador dio como razón la imposibilidad en que se encontraban los jesuitas de la Provincia del Perú de abrir nuevas misiones, puesto que se encontraban ya empeñados en las misiones de Mojos.
El P. Arce retornó a Tarija portador de dos cartas del gobernador de Santa Cruz, una para el P. Provincial del Paraguay, Gregorio de Orozco, que se encontraba de visita en Tarija, y otra para el P. General Tirso González. En 1721, el P. Agustín de Castañares y el P. Felipe Suárez, por encargo del Provincial del Paraguay, P. José de Aguirre, buscaron una ruta de comunicación con las misiones guaraníes por las tierras de los zamucos, por el río Pilcomayo, sin resultado. En 1744 hizo una entrada a la región de los mataguayos entre los ríos Bermejo y Pilcomayo, los cuales lo mataron a golpes de macana. El P. Juan de Montenegro, santafecino, quien trabajó con el P. Castañares en la reducción de San Ignacio de Zamucos, escribió su vida, que fue publicada en Madrid en 1746 y reeditada por el P. Guillermo Furlong, Sacerdote .Jesuita en Buenos Aires, en 1964.
El P. José de Arce escribió una relación de su expedición de 1703. El P. Francisco Burgés dejó un memorial sobre las misiones de Chiquitos. Los P.P. Juan Patricio Fernández y Julián Knogler redactaron historias de las misiones de Chiquitos. El P. Domingo Bandiera escribió un informe sobre las misiones en el Chaco y sobre las misiones entre los chiriguanos y los chiquitanos. El P. Felipe Suárez escribió la primera gramática en chiquitano y un diccionario y catecismo en penoqui, que no se editaron. El P. Joaquín Camaño, después de la expulsión de los jesuitas publicó en Faenza mapas de Sudamérica. Fue uno de los principales colaboradores del lingüista P. Lorenzo Hervás y Panduro, a quien proporcionó datos sobre el quechua, guaraní y chiquitano, y sobre las lenguas del Chaco: zamuco, vilela, lule, toba, abipón y mocobí.
El P. Ignacio Chomé descolló como constructor de iglesias, canales de riego, acueductos y molinos. Se hizo célebre sobre todo por su dominio de idiomas. Destinado a las misiones de los ríos Paraná y Uruguay aprendió el guaraní. Destinado luego a Tarija, allí aprendió el chiriguano, variante del guaraní. Partiendo de Tarija recorrió la región de Lípez, en el Departamento de Potosí, donde aprendió el quechua.
Cerca ya de la expulsión, el jesuita tarijeño P. Roque Gorostiza fue misionero entre los indios vilelas y lules en el Chaco de la Gobernación del Tucumán. Escribió una relación de su viaje de 1762 a las tierras de los chunupíes del río Bermejo, primera entrada a la zona realizada sin acompañamiento de soldados.