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Más allá de la claridad de las normas sobre lo permitido y prohibido, lo preocupante es que nadie se ocupa de su cumplimiento, las autoridades encargadas de hacerlo caen en la garras de la corrupción. La educación y conciencia sobre este tema en la población es casi inexistente, el no beber cuando se va a conducir por ejemplo es algo que en Bolivia no se practica y que sólo sucede en países del primer mundo según piensan muchos. Lo que se revela nos obliga a un replanteo urgente de este tema para tener control sobre él y no al revés, como sucede hoy.

Bolivia ocupa un lugar importante en el ranking de consumo de alcohol en América latina y claro que no debemos sentirnos orgullosos por esos puestos de privilegio ya que sólo reflejan como más bolivianos dependemos del alcohol en diversas situaciones. Los índices de violencia intrafamiliar, de violaciones y abusos contra la mujer, accidentes de tránsito, muertes violentas, suicidios, etc. se elevan y están muy vinculados a la ingesta de bebidas alcohólicas.

El consumo de alcohol está muy ligado a la vinculación social en nuestro medio, a través del alcohol interactúamos de manera más fluida, podríamos decir entonces que es una especie de facilitador. Casi es impensable en una reunión o fiesta… sin bebidas de por medio, no tiene sentido para muchos, sirve para romper el hielo, para alegrarse, para entrar en calor. Nuestras costumbres son muy fuertes y muchas están ligadas al consumo social, el famoso «te invito» es parte del folclore local reconocido a nivel nacional.

Lo preocupante es que la juventud ha entendido muy bien el rol del alcohol y se inicia en su consumo cada vez  a edades más tempranas a pesar de la prohibición legal existente en la venta a este segmento social, cada fin de semana somos testigos de la manera en que se divierten los jóvenes a través del consumo de bebidas espirituosas en exceso, no sólo es preciso  ver esta realidad en locales bailables sino también en las calles que se han convertido en bares abiertos exponiendo la seriedad del problema. Está demostrado que el alcohol es una puerta de entrada al consumo de drogas, flagelo que ya golpea en Tarija.