Alfredo Colque Machicado
(Economista, Máster en Economía del Gas y Petróleo)
Para nadie es desconocido que Tarija es la ciudad de Bolivia que más se beneficia con la renta de los hidrocarburos, una ventaja que desafortunadamente no ha servido para posicionarla como la economía de crecimiento más rápido del país, peor como ciudad receptora de inversiones, más al contrario el conformismo rentista de las actuales autoridades no ha permitido entender que en Tarija necesitamos diversificar la economía, es decir incentivar la inversión privada para la generación de nuevas actividades económicas que podrían mejorar el panorama de desarrollo y crecimiento en nuestra ciudad, más allá del gas.
Para muchos Tarija es una ciudad con gran potencial, tanto en recursos económicos como en capital humano, en infraestructura para la instalación industrial y comercial, en competitividad por su privilegiada ubicación geográfica; sin embargo este potencial es desaprovechado, rezagando su desarrollo por el abandono de sus autoridades que no han hecho absolutamente nada para transformarla en una ciudad atractiva para la inversión privada.
“Atraer capitales frescos para dinamizar la economía y mejorar el clima de negocios debería ser la prioridad de las autoridades del Gobierno Municipal”, tristemente esto no es así, por eso para los empresarios locales y potenciales inversionistas, nacionales y extranjeros se hace difícil tomar la decisión de invertir o seguir invirtiendo en Tarija, debido a las difíciles condiciones y dificultades que tienen que enfrentar, como por ejemplo el precio sobrevalorado de las propiedades, los costos elevados de los servicios básicos, como la energía eléctrica que es la más cara de Bolivia, los tramites excesivamente burocráticos y costosos para obtener una simple licencia de funcionamiento, entre otros. Así es difícil que algún empresario quiera apostar en esta ciudad, porque simplemente no encuentra incentivos, oportunidades y/o facilidades para invertir.
Al parecer a nuestras autoridades locales les interesa más vendernos falsas ilusiones, que crear un portafolio de inversiones y un paquete de incentivos para mejorar la competitividad de nuestra ciudad, para hacer de Tarija el lugar donde se goce de algunos beneficios tributarios es decir una ciudad que ofrezca un régimen especial para el establecimiento y operación de empresas e industrias que dinamicen nuestra economía y nos ayuden a salir de la crisis, sin embargo por la falta de visión de desarrollo de estas autoridades Tarija es vista como un terreno infértil para invertir, en otras palabras los inversionistas no tienen la certeza de que el gobierno local este trabajando para apoyar a sus empresas, o a nuevas inversiones para que juntas vayan de la mano con el crecimiento de esta ciudad.
Y como si todo esto no fuese suficiente, los empresarios que deciden apostar en Tarija, se encuentran huérfanos y desprotegidos por sus propios líderes que son callados con alguna que otra almoneda pública y no buscan soluciones integrales a estos problemas, sino como se explica el hecho de que cada año sean más las empresas e industrias que cierran sus actividades por la falta de apoyo y representatividad, además de soportar otras cargas como los incrementos salariales, beneficios sociales, impuestos, así es imposible sostener legalmente una empresa, tal vez por esta razón es que potentados empresarios camuflan sus inversiones en el comercio informal, detrás de una pequeña tienda, para no extender facturas, tal y como sucede en zonas como el campesino, la loma, circunvalación, avenida domingo paz, entre otros lugares que están llenos de supuestos comerciantes minoristas.
Ejemplo de esta difícil situación es lo burocrático y costoso que significa para los empresarios locales legalmente establecidos obtener las licencias de funcionamiento y/o patentes, que para sacar o renovarlas deben pasar un verdadero viacrucis, solo como referencia debemos decir que en la ciudad de Tarija la licencia para el funcionamiento de una industria con una superficie menor a los 100 m2 tiene un costo por encima de los 5.000 bolivianos, sin embargo en la ciudad de Cochabamba la licencia de funcionamiento para la misma actividad económica, pero con una superficie mayor a los 300 m2 tiene un costo menor a los 3.000 bolivianos, una considerable diferencia que reafirma nuestra hipótesis de que la ciudad de Tarija es la más cara e inviable de Bolivia.
Todo esto hace imposible esperar nuevas inversiones privadas en Tarija, obstáculo que fácilmente podría saltarse simplificando y abaratando los trámites municipales para incentivar la inversión privada en nuestra ciudad, pero el silencio cómplice de los representantes del empresariado local y la falta de visión de desarrollo de las autoridades ediles hace imposible que estas soluciones tan simples se ejecuten.
En conclusión podemos decir que Tarija tiene una gran oportunidad para lograr que su potencialidad económica pueda acompañar procesos innovadores de lo público y lo privado para el desarrollo sustentable de los tarijeños, pero lamentablemente también tiene autoridades y líderes empresariales, que obstaculizan e impiden nuevos procesos de inversión e innovación para la ciudad, a partir de requisitos administrativos, excesivamente burocráticos, costosos e incluso politizados, que a pesar de sus ventajas hacen definitivamente de Tarija, la ciudad menos atractiva para la inversión privada.