Mercedes Bluske y Jesús Vargas Villena
(Verdadcontinta-08 de marzo/2017) La Bomba se situó como la canción boliviana más influyente de la historia, según un ranking realizado por la red nacional PAT. Su compositor, a 17 años de aquella explosión musical, se muestra como si nada hubiese pasado; tranquilo, risueño y especialmente sencillo.
Fabio Zambrana Marchetty de unos 53 años se encuentra con el equipo de Verdad con Tinta (VCT) en la puerta del hotel donde está alojado sobre la calle La Madrid, en pleno centro de la ciudad de Tarija, esperando más tarde dar un concierto en la fiesta denominada “Euforia” para el lunes de carnaval en el parqueo del Megacenter.
El concierto aglomeró a unas 8 mil personas que corearon a viva voz, una por una sus canciones, no hubo un sólo tema que los espectadores no supieran, pese a que el último disco oficial de Azul Azul saliera el 2011.
Volviendo al encuentro que se da al mediodía con VCT, en el que se interpone el hambre, Fabio sugiere ir a comer pollos, pero no huevos. Cuando el hombre del chulo de Bolivia ingresa a una de las sucursales de Tropical Pollos, el personal de atención entre sonrisas y murmullos recibe al artista que rápidamente se va al mostrador a pedir los platos para los integrantes de la banda.
“¿No quieren comer? Dejen que yo les invito”, dice el músico, quien no quiere que le paguen por su almuerzo, al contrario, él se muestra como el anfitrión de la charla.
Sencillez y calidez. Son las palabras que definen su personalidad. A diferencia de otros artistas, Fabio no se hace problema por comer en un restaurante grande o pequeño, caro o barato, para él lo importante es compartir. Antes de empezar la entrevista, quienes estaban en el pequeño restaurante como peatones que lograban divisarlo, aprovechaban para tomarse fotos con él, a las que accedió sin ningún problema.
El hombre vestido de camiseta negra, jean y el conocido chulo de lana en la cabeza, pese al intenso calor que hacía en la capital tarijeña, adapta su vestimenta a su forma de ser.
“Yo a la fama siempre le he tenido miedo”, afirma el artista en la entrevista, acotando que el ego puede ser hermoso, pero al mismo tiempo peligroso, porque te hace subir por las nubes con algún halago, pero de pronto, te puede hacer chocar con una montaña o peor aún, darte un duro golpe con el suelo.
“Disfruto de la fama, que me busquen periodistas, que vayan 5 mil personas a mi concierto, pero manteniendo siempre los pies sobre la tierra”.
Pero cuando explotó la canción de La Bomba que fue un éxito en todo el mundo, Fabio asegura que pasó por uno de los momentos más complicados de su vida. “Era cuando más me preocupaba de mantener los pies sobre la tierra, porque si yo no los mantenía, no podía exigirles a los de mi banda que los tengan”.
Es ahí que le vienen recuerdos de su infancia cuando soñaba en ser un gran cantante. “Sabía desde pequeño que para conseguir mis sueños, yo no iba a llegar por arriba, iba a hacerlo caminando por abajo”.
Cerca de cumplir los 40 años, tanto batallar e intentar una y otra vez, Fabio en el año 2001 toca su sueño con las manos, explota La Bomba. “Me costó 24 años triunfar”, al recordar que aquel objetivo ya se lo había planteado a los 14 años en ese lejano 1977.
“Soñaba con cantar baladas, rock, lo que sea, pero el fin era cantar”, recuerda y añora el artista esos tiempos de la adolescencia; sin embargo, hubo ocho largos años en los que se sintió perdido.
“No sabía por dónde disparar, por dónde iba el camino”, al volver en el tiempo a ese momento en que se sintió desorientado. Intentó estudiar Ingeniería de Sistemas y Auditoría, sin lograr satisfacerse personalmente, hasta que en los 80’, se dio cuenta que debía dedicarse el cien por ciento a lo que le apasionaba; la música. “Si yo no le dedicaba mi vida entera, mi tiempo en esta tierra no me iba a alcanzar para triunfar”.
Fueron quince años de intensa lucha por triunfar en un campo tan cerrado en Bolivia, en el que la mayoría lo toma como un pasatiempo, como es la música. “Yo estaba muy cerca de tirar la toalla, ponerme la soga al cuello, atarla a una piedra y tirarme al río”, dice sarcásticamente al recordar aquella etapa.
Al pasar los 30 años, la mayoría de sus compañeros de curso ya eran profesionales con buenos trabajos. “Fue muy duro, muy difícil”, siendo inevitables las comparaciones.
Quien fuese a la larga su compañera de vida, fue un apoyo fundamental en esta batalla. Su pareja percibía más recursos que Fabio. “Yo entendía a la música como una profesión y tenía que ganar dinero para mantener una familia, para vivir bien, entonces me costó muchísimo”.
“Fracasé 3 mil veces antes de escribir La Bomba”, revela Zambrana. Y es que la fama no llegó a la hora esperada, sino cuando estaba a punto de dejarlo todo. Cuenta que antecedieron a La Bomba unas 3 mil canciones. “Sé lo que me costó”.
“Ésta es la canción y nada, luego escribía otra y decía ésta es la canción y de nuevo nada”, relata el andamiaje antes de que surja “Mamá no quiero comer más huevo” y “La Bomba”, los temas que lo consagraron internacionalmente.
“Yo me estaba equivocando, porque entre comillas yo decidía cuál iba a ser la canción, cuando es el público el que decide”, y así de tantos tropiezos comenzó a mirar de una forma diferente. .
“Fue muy difícil convencer a mi familia de que podía vivir de esto”, vuelve nuevamente a esos años complejos que le tocó vivir, pero recuerda una vez más, el apoyo de su mujer. “Ella tenía fe en mí, en que iba a funcionar”, y así el tiempo le dio la razón.
Nace La Bomba
“Yo escribía canciones todos los días esperando ese hit que me iba a salvar la vida en lo económico como en lo artístico, y escribía y escribía y nada me salía”. Entonces, se propuso escribir diariamente una canción. “Lo que se me venga a la cabeza, así sea una estupidez, yo sabía que si adoptaba esa costumbre, me iba a hacer bueno componiendo canciones”.
“Sin darme cuenta puse en La Bomba todo lo que yo había aprendido en mi vida; música, arreglo artístico, la composición, en gustarle a la gente, en hacer algo que haga bailar, o sea todo lo que había buscado de manera inconsciente y natural”, recuerda.
Aclaró que La Bomba no fue un accidente como suele decirse, que la creó por casualidad. “Sí la escribí en veinte minutos, pero no por accidente, sino como resultado de haber fracasado 3 mil veces antes”.
El primer nombre de la canción fue “El Baile del Culea”, que la compuso en un viaje a Puerto Rico para promocionar el sencillo “Mamá no quiero comer más huevo”, de su álbum “El corte de la banana”. En ese lugar estaba de moda “el baile del culea”, al que los lugareños le explicaron que era un ritmo tropical como la salsa o el merengue, con la particularidad de tener un movimiento más erótico o provocador.
“Volví e hice una canción con esa palabra”, pero la letra no le cayó para nada bien a quien en ese entonces era su enamorada o “corteja”, como le dicen en Santa Cruz, quien le dijo: “no hagas esto, vos ‘tenés’ fans que son niños y te va a perjudicar”. Fabio decidió hacerle caso.
“Sé escuchar cuando alguien me da un consejo que me ayude, entonces borré la voz de la canción, pero quedó la batería como los otros instrumentos que hacían algo muy sencillo”, explica.
Cuando le contó a su manager que había borrado la voz, éste le recriminó y le aconsejó que escribiera otra canción sobre esa misma base rítmica, “y en 20 minutos hice La Bomba”.
“La hice de una manera tan distendida, tan natural que fue como uno de esos goles de media cancha que les salen a veces a los jugadores y nadie sabe cómo lo hacen, pero no es por casualidad, porque al analizar el tanto, tienes que medir la fuerza con que pateó, el momento, es un complemento de cosas”.
Según Zambrana, La Bomba es el resultado del esfuerzo de toda su vida. Con el ritmo listo, les dijo a los coristas que cambien la palabra culea por bomba, mientras él escribía una letra fácil para adaptarla, así redactó “una mano en la cabeza, una mano en la cintura, un pasito para abajo, otro para arriba, sensual, sexie”, y así nació la canción. “Pude haberle puesto cualquier palabra, pero algo me dijo que tenía que ser bomba”.
Pasó lo que tanto esperaba. “Después de haberla escrito jamás me imaginé que sea la canción que me salve la vida en lo económico, yo recibo regalías hasta hoy por esta canción”.
La Bomba tras salir públicamente vendió más de 16 millones de copias, fue número uno en Billboard, una lista especializada en información sobre la industria musical, fue la canción latina número uno en el mundo, con la banda Azul Azul dio más de 500 conciertos en diferentes países.
Por el consejo de profesionales fue registrada en Sony Publishing que le dio su primer cheque por las regalías de la canción, el cual ascendía a un monto superior a los 100 mil dólares, sacando lágrimas de sorpresa y emoción en el artista cuando lo recibió en sus manos.
Sony Publishing es la empresa encargada de cobrar las regalías por la canción en el mundo entero. Zambrana acota que es vital para un músico hacer un contrato con una de estas empresas para garantizar el pago de las regalías, al tener cobros sistematizados, lo que a un artista le costaría una fortuna.