Noticias El Periódico Tarija

 

Las operaciones se sucedieron en forma simultánea y tan seguidamente, que se complica su relato ordenado. Durante la segunda semana de febrero, poco antes del gran ataque al campo atrincherado de Villa Montes; el Cnl. paraguayo Franco quiso probar la suerte que le había sido tan propicia hasta entonces, enviando tropas de su Segundo Cuerpo para incursionar hacia Ñancorainza, intentado acercarse a los pozos petroleros de la zona y salir a la retaguardia de Cuevo, por el itinerario Cabayecua-Ipati-Ibo, con resultados negativos. El ataque a Ñancorainza, el 6 de febrero, se orientó contra el angosto de Itiyuro, cerca Tacuarandi,  que corta en dos la serranía, separando la de Aguaragüe con la de Tarimacúa.

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Gral. Bernardino Bilbao Rioja, conductor de la defensa de Villa Montes. 1935

El destacamento Mendoza, que cubría el sector, fue responsable de rechazar los ataques paraguayos en los cuales, por primera se veía a los soldados guaraníes de uniforme azul, subiendo las empinadas laderas de los cerros y ser presas del fuego directo de los obuses Vickers 75/18 KK que disparaban desde las alturas, para lo cual en singular hazaña habían sido transportados allí a brazo de sus asistentes, con la suficiente anterioridad. Al respecto, diría después el comandante paraguayo: “el soldado paraguayo en la montaña se sentía desorientado como el soldado boliviano lo había estado en lo intrincado de la selva…”. El intento de repitió al mes siguiente del 8 al 11 de marzo, pero en otro lugar. La segunda ofensiva paraguaya contra el Sector Central a cargo de las Divisiones 6º y 8º, se abatió esta vez sobre el abra de Ururiguia al norte de Boyuibe con intenciones de llegar a Camiri por entonces corazón petrolera de Bolivia. La línea defensiva boliviana que estaba a cargo de la 7º División, no pudo contener el aluvión de la infantería paraguaya munida profusamente de granadas de mano.

En la oportunidad quien pudo hacerlo fue la artillería que posicionada en las alturas al igual que en Ñancoroinza, detuvo con sus fuegos a la vanguardia enemiga creándose así un bolsón. La quebrada de Cuevo atravesaba el sector y a ambos flancos de las posiciones bolivianas existían elevaciones al pie de una de las cuales Cambeyti se encontraba la laguna de Camatindi donde trasladados los esfuerzos atacantes, se libraron los más importantes combates de la sangrienta batalla que detuvo la irrupción guaraní hacia Camiri, Fue lo más cerca que los paraguayos estuvieron del petrolero.  Como en Ñancaroinza y Villa Montes esta ofensiva fue también rechaza por los defensores bolivianos en cuya táctica defensiva, la artillería había empezado a ocupar el rol protagónico que le correspondía Los esfuerzos paraguayos de los días siguientes para revertir la negativa situación táctica en que se encontraban fueron también vanos. Después de la derrota, solo Boyuibe, que había sido ocupada durante el alud de febrero y otras poblaciones del llano quedaron en sus manos. A partir de ese momento estaban en la incómoda situación de esperar el contraataque del adversario que daba muestras clarísimas de haber recuperado buena parte de su vitalidad e incrementado sus efectivos. LA defensa de los campos petroleros fue sangrienta, más de cuatrocientos  muertos de ambos bandos, 798 heridos y 132 desaparecidos.

SEGUNDO ATAQUE

Mientras a instancias de las perentorias recomendaciones de sus asesores el Comando paraguayo dispuso realizar un nuevo esfuerzo para apropiarse de Villa Montes. Los preparativos no pasaron desapercibidos por Bilbao de manera que hizo lo suyo y en esta oportunidad con mayor ventaja todavía; la fluidez de los abastecimientos y refuerzos bolivianos quedaron paralizados a partir del 23 de marzo fecha en que se concluyó el puente sobre el caudaloso rio Pilcomayo, y que fue denominado Puente Ustariz en honor al célebre “Charata”.

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Trincheras  en el perímetro de la defensa de Villa Montes

El  sueño del comandante paraguayo era  “estrangular logísticamente a Villa Montes por la precariedad y limitaciones de  la única “chalana” que realizaba el trasporte entre ambas orillas del caudaloso rio se esfumo. Mas, para Estigarribia que sabía que la paz estaba cerca lo importante era no ceder ningún espacio,  ningún territorio ganado por las armas hasta esos días.  Para ello debía atacar nuevamente en Villa Montes a fin de alivianar la terrible presión que su avanzada estaba sufriendo sobre las petroleras de Camiri. Así lo dispuso el comandante contando desesperadamente los días mientras su atención volaba hacia el país del Rio de la Plata en cuya Casa Rosada se empezaba a hablar sin tapujos de imponer la paz a Bolivia a cualquier precio aunque a esta no le conviniera por ser notoria la posibilidad a principios de 1935 de alzarse con la victoria final.

El mismo día se habilitaba el puente sobre el Pilcomayo, el Ttnl. Carlos José Fernández, comandante del 1ª cuerpo paraguayo disponía el ataque frontal de sus unidades contra el perímetro defensivo. Su objetivo era la Picada Tunari para después converger hacia el sur hacia el mismo poblado. Según su criterio esa tenía que ser la “Segunda Gran Batalla de Villa Montesª,  pero no fue así, a cambio resulto tan pobre en resultados que apenas algunos atacantes pudieron llegar a la línea de seguridad, ni siquiera a la línea de resistencia debido a la granizada de acero que recibieron. Hubo una perfecta combinación defensiva entre las unidades de primera línea con la artillería emplazada en retaguardia demostrando el cambio definitivo de  orientación de los vientos de victoria. Las ametralladoras morteros y cañones del ejército boliviano realizaron ese día eficientemente su sangrienta cosecha.

Las bajas bolivianas fueron insignificantes, en cambio el atacante había tenido más de 500, casualidades fatales veteranos imposibles de reemplazar y 1.220 heridos en cinco horas de combate ininterrumpido a tiempo de dar el parte respectivo a Fernández el comandante de la 2ª   División paraguayo manifestaba  “tengo compañías cuyos efectivos se redujeron a 6 soldados después del primer asalto” cuán lejos parecían estar para ellos los tiempos de oro entre 1932 y 1933 cuando sus unidades tenían superioridad de 3 a 1 sobre los bolivianos

El costo en vidas fue demasiado alto para el ejército paraguayo por lo que se decidió no repetir más los ataques frontales por más presiones y recomendaciones que se recibieron desde el sur. Para mejorar la situación en el sector de Boyuibe era mejor y más beneficios geoestratégicos  dirigirse más al norte, hacia el Parapeti donde el Regimiento Cerro Cora había establecido desde el 14 de febrero una cabeza de puente en Santa Fe, al otro lado de la importante corriente de agua que da su nombre a la región.