Noticias El Periódico Tarija

(Parte 1)

Luis Fernando Ortiz Daza

El feminicidio está presente en Bolivia, es una lacra que al parecer nos estamos acostumbrando, son pocas las voces que se manifiestan en contra de este flagelo que está socavando la convivencia humana en todas las regiones. Es una escalada de violencia para la que no estamos preparados porque aún no se hizo un estudio serio de los factores psicosociales y culturales que en el Estado boliviano no se toman en cuenta o no son abordados seriamente.

Al parecer nos conformamos con etiquetar al feminicida como un psicópata, una persona depravada moralmente que representa a los «monstruos» en nuestra sociedad. Son depredadores infrenables e imposibles de tratar en quienes la violencia es planeada, decidida y carente de emociones.

No debe bastarnos con esto, hay que cambiar la perspectiva y ahondar en la sociedad que como tal está en una escalada de tolerancia a la violencia, hay una especie de conformismo mientras no nos toque personalmente. Como sociedad estamos dejando de lado la empatía para sumergirnos en el trajín de cada día para satisfacer apetitos personales, el tener es más que ser y dentro de ello cabe la violencia y la desensibilización ante el horror.

En estudios realizados se confirma que mientras más grave es la violencia intrafamiliar habrá mayor presencia de los siguientes factores entre otros:

  • Pensamiento rígido convencional (El pensamiento rígido sucede cuando un individuo es incapaz de considerar alternativas a una situación actual, puntos de vista alternativos o soluciones innovadoras a un problema. Los pensadores rígidos se aferran fuertemente a preconcepciones y generalizaciones, y suelen reaccionar con miedo u hostilidad de cara a cambios inesperados o desafíos. Los patrones de pensamiento rígido suelen desencadenar de experiencias de abuso)
  • Conflictos de apego inseguro, tendencias de tipo paranoide, antisocial e ideas confusas asociadas desde mi punto de vista con el consumo de alcohol.
  • La violencia feminicida es resultado de un proceso de escalada y no como un acto criminal casual de un día.
  • La subordinación económica en que se encontraban la mayoría de las víctimas en su relación con los feminicidas.
  • Bajo nivel de escolaridad de los victimarios.
  • Escasez de información sobre la violencia presente en los victimarios.
  • El impacto detonante que marcaban ciertos temas de conflictos en las parejas como son: temas relacionados con celos, relaciones sociales y situaciones relacionadas con los hijos.
  • Un factor predisponente de la conducta criminal la disciplina basada en castigos físicos.
  • La gran cantidad de feminicidas que tenían relaciones extraconyugales.

El feminicidio, es la expresión más brutal en la escalada de violencia en contra de la mujer, que pone al desnudo el menosprecio masculino por el más sagrado derecho que tiene esta como ser humano, el derecho a la vida.

El disponer o arrebatarle la vida a una mujer tiene explicaciones diferentes a las que normalmente encontramos en otras formas de violencia con distintos escenarios.

Velazquez, Susana (2003) presenta el concepto de violencia de género como: “todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y / o física.

Algunas características parecen repetirse en las mujeres que soportan violencia por parte de sus esposos o compañeros. Estas características parecen complementarse con algunas carencias que tienen los agresores. Carney (1976; citado por Echeburúa, 2006) plantea que “las mujeres maltratadas tienen habilidades para aprender con rapidez, capacidad para expresar sus emociones de forma adecuada y tendencia a confiar ciegamente en sus parejas cuando éstos les prometen cambiar. Estas son características que precisamente escasean en los hombres violentos. Es decir, no aprenden con la experiencia, tienen dificultades para expresar emociones y son desconfiados”.

A estas características se agregan dos más. Por un lado, la capacidad que poseen muchas mujeres maltratadas para hacerse cargo de las responsabilidades familiares y la tendencia a culparse por la violencia de sus esposos. Se trata de la culpabilidad que ellos han proyectado sobre sus víctimas. Por otro lado, estas mujeres suelen mantener una actitud estoica ante las dificultades que contrasta con la baja tolerancia a la frustración del hombre violento (Echeburúa, 2006).

 

Biografía: “Factores psicosociales en hombres internos por feminicidios en el Nuevo Modelo de Gestión Penitenciaria en República Dominicana”.

Informe general Auspiciado por: Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).