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Romina Pérez

(Licenciada en Sociología, con post grados en universidades nacionales y extranjeras)

  1. A modo de Introducción.

El binomio Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera ganó tres elecciones consecutivas por mayoría absoluta. Los movimientos sociales plantearon habilitar su repostulación vía Reforma Parcial de la CPE, ratificada por un Referendo Constitucional.

Cuando todo indicaba que el soberano aprobaría esta reforma, los think tank de la oposición empezaron a operar siguiendo métodos utilizados por los rat fuckers para cambiar la correlación de fuerzas en el contexto de la campaña del referendo, pues una posible reelección de Evo Morales Ayma y Álvaro García Linera implicaba bloquear algo vital para los opositores: la alternancia. La crítica opositora inicialmente se centró en este postulado, continuó con las denuncias de corrupción centradas en el Fondo Indígena, el despilfarro de la bonanza económica y concluye una estrategia de política mediática basada en la ‘política del escándalo’ que les permite otorgarse a sí mismos una ‘licencia para matar’, con la cual atacan y afectan la imagen del Presidente y Vicepresidente. En síntesis, con esta práctica política los políticos de la oposición se constituyen en ‘sicarios políticos’, los mismos que inauguran una nueva forma de hacer política poco usual y practicada por los actores políticos y sociales desde que se conquista la democracia en 1982. De este modo, la política se redujo a una ‘guerra sucia’ que logró resultados favorables para no modificar el artículo 168 vía reforma parcial de la CPE.

  1. La política mediática en el Referendo Constitucional.

En el actual contexto histórico, la política mediática es la forma de hacer política en y a través de los medios de comunicación, porque estos constituyen un espacio donde se crea y se deciden las relaciones de poder entre los actores políticos, sociales y rivales. Los actores que consiguen transmitir sus mensajes a través de los medios, incluidos los denominados de auto comunicación de masas (redes), y posicionarlos en la mente de los ciudadanos, tienen la posibilidad de influir en las decisiones de los últimos, sobre todo en coyunturas políticas importantes como son las campanas electorales (Castells 1990).

En este ensayo me referiré a la política mediática, limitándola al contexto del referendo, ya que uno de los esfuerzos más importantes de los estrategas de dicha política está dirigida a alterar la opinión pública en los momentos tensos donde la correlación de fuerzas no se define necesariamente por el ‘voto duro’ de los contendientes, sino por el de los indecisos. Por eso, los estrategas de la política mediática buscan visibilizar algún acontecimiento o un mensaje ‘espectacular’ justo antes que el soberano tome la decisión final a través del voto.

Las preguntas que guían este ensayo son las siguientes: ¿Cómo se ha desplegado la política mediática y cuál ha sido su efecto concreto en la campaña y resultados del referendo del 21 de febrero? ¿Las redes (auto comunicación de masas) han modificado las prácticas políticas en comparación con las de conducción de la política de los medios de comunicación de masas TV, radio? ¿Qué relación existe entre la política mediática y el uso de la política del escándalo como arma favorita para afectar al adversario? ¿Cuáles fueron las estrategias del oficialismo y la oposición para captar al ‘núcleo de votantes en disputa’? ¿Por qué la ‘investigación de la oposición’ recurre a la política del escándalo ‘escarbando la basura’ del adversario? ¿Por qué la política del ataque personal de la oposición fue y es exitosa? ¿El escándalo al que ha sido sometido el Presidente es tan eficaz como querrían los opositores?

Responder a estas preguntas requiere exponer algunas ideas y conceptos de autores varios (AAVV), que sobre la base de investigaciones en torno a la política mediática concluyen que existe suficiente evidencia empírica para confirmar que es habitual que los contendientes destaquen acontecimientos y/o hechos negativos que afecten al rival, creando, inventando o develando hechos de corrupción, tráfico de influencias, actividades sexuales (concebidas por las valoraciones colectivas como deshonestas) como estratagema política, una vez que las políticas mediáticas suelen estar diseñadas pensando en su efecto político. Sin embargo, como existe una variedad de políticas mediáticas, de acuerdo con la especificidad cultural e institucional de cada país, me centrare en aquellas que intentan afectar a un liderazgo fuerte a través de lo que AAVV ha denominado la “política del escándalo” (Thompson 2001). En este ámbito el núcleo de las campañas políticas se centra en las personas, su carácter y la personalidad, y por eso, las políticas mediáticas del adversario se otorgan a sí mismos una ‘licencia para matar’. En esta afectación operan varios actores, quienes podrán actuar como ‘Sicarios políticos’.

La estrategia de los sicarios políticos es aniquilar al adversario con mensajes negativos. Stephen Marks (2007) señala que el sicario político es aquel que utiliza la política mediática para destrozar al adversario con mensajes dañinos, usando el método de ‘investigación de la oposición’ para ‘desenterrar la basura’ del adversario. Esta información se entrega a los encargados de tomar decisiones editoriales y titulares, quienes seleccionan y colocan los temas negativos más perjudiciales en los medios de comunicación TV, radio y otros.

Los sicarios políticos no operan solos, para que llegue el mensaje al destinatario (audiencia objetivo identificada) entran en juego otros operadores para asegurar que el rival político ingrese, acceda o se visibilice en los medios de comunicación en función de la conveniencia de la estrategia política, que viene acompañada del diseño y producción de mensajes negativos. Por eso, para ejecutar la estrategia no solo es esencial obtener información que sea relevante para el receptor, sino es importante el saber cómo utilizar la información para lograr los objetivos que el sicario se ha propuesto. En este sentido el uso y procesamiento de la información es el instrumento decisivo para modificar las relaciones de poder entre los contendientes. Entre los instrumentos están los sondeos, las tecnologías, los formatos, editoriales y mensajes de comunicación específicos, y sobre todo la financiación de la política mediática que vincula el poder económico con el político.

Entre la amplia gama de mecanismos de acceso político a los medios está el filtrado o el gatekeeping (Livingston y Bennett, 2003; Curran, 2002; Bennett, 2007), que define la forma y el contenido de las decisiones editoriales a través de los titulares para atraer a la audiencia hacia el mensaje o producto mediático, que será exitoso si la gente lo percibe como importante y entretenido.

(Continuará)