Noticias El Periódico Tarija

Camilo Katari

Muchas autoridades bolivianas se han manifestado contra los decretos del Gobierno argentino referidos a la expulsión de migrantes con antecedentes.  Toda política destinada a proteger el bienestar común es legítima. Ahora, en el caso de las políticas migratorias en Argentina no es así, estas políticas de detención y expulsión tienen destinatarios concretos y no son ni bolivianos ni paraguayos, sino los mapuches que comparten territorio entre Argentina y Chile.

Desde hace mucho tiempo, los pueblos originarios, especialmente los  mapuches, se encuentran en un proceso de recuperación de su territorio, enajenado a empresas extranjeras, sin respetar el principio constitucional de las naciones preexistentes.

Estas manifestaciones de recuperación de territorios han creado un nuevo sujeto en la política nacional y regional, son las acciones de los pueblos que impiden políticas enajenadoras de la madre tierra, las que se presentan como desestabilizadoras, mucho más que las organizaciones sindicales, que hoy juegan en la cancha oficialista.

Los tiempos están madurando, y el famoso crisol de razas está demostrando su verdadero carácter, y no es raro si vemos la composición de los miembros del actual Gobierno, varios de ellos son exmilitares, que incluso niegan los crímenes de lesa humanidad corroborados por organizaciones internacionales de Derechos Humanos.

Otros tantos son miembros de familias terratenientes y los demás, dueños de empresas que siempre estuvieron ligadas a los negocios con el Estado. Todos tienen en común el pensamiento de la gran raza blanca pujante que es la única que puede crear desarrollo, es la vieja idea de Domingo Faustino Sarmiento, que ha cobrado vigencia.

Para implementar estas políticas de expulsión y represión hacen falta centros coordinadores de las acciones, más o menos como las que se implementaron con el Plan Cóndor ¿Estarán otros Gobiernos de la región comprometidos con este plan migratorio?

Los movimientos populares y los sectores políticos comprometidos con la búsqueda de un mundo diferente tienen desafíos muy grandes, porque las batallas ya no son solamente en las calles, sino tienen que ver con el mundo de las ideas, eso que llaman ‘la batalla de las ideas’ y que el sabio Fidel ya lo planteó hace mucho tiempo.

El fantasma de los regímenes de terror hoy se presenta con impecable traje de civil y posicionado como pensamiento estatal, irradiado por los medios de comunicación que comulgan con el pensamiento de las ‘razas superiores’.

Las enunciaciones declarativas de “no ser racista” se encuentran en contradicción con la práctica. “Negro” sigue siendo el insulto más común en Buenos Aires y para designar a los “demás latinoamericanos”.

Construir la Patria Grande es una tarea difícil, peor aún cuando se abandona todo lo logrado, no podemos esperar un sentimiento regional de un gobierno que claramente tiene sus destinatarios, gestores y beneficiarios: el empresariado transnacional. Ésta es la razón para poner el foco en los pueblos originarios y con una hábil política de comunicación, anulan el análisis y discusión de los verdaderos objetivos encubiertos.

Nuestra solidaridad con los pueblos originarios del continente tiene que ir más allá de los relacionamientos diplomáticos formales entre los Estados, debemos recuperar el principio de la diplomacia de los pueblos y ser proactivos con la solidaridad como principio, tal como nos lo recomendaba David Choquehuanca.

Concluimos diciendo que este nuevo anuncio de Macri no forma parte de una política migratoria, sino es una acción política contra los pueblos originarios.