Mercedes Bluske y Jesús Vargas/Verdadcontinta
(Verdadcontinta-febrero 10/2017)Durante años, el Rincón de la Vitoria ha sido considerado el rincón de la vida para los tarijeños. La abundancia en su vegetación, rica en variedad y color, es fuente de vida para diferentes especies de animales que habitan en la región.
Esta zona le debe su belleza al agua pura y cristalina que emana de los cerros, llenando de líquido el cauce de los ríos y rebozando vida en sus suelos.
El Rincón de la Vitoria forma parte de la afamada Reserva de Sama, musa que inspiró a poetas y otros artistas.
La reserva natural fue creada el 30 de enero de 1991, con el fin de preservar uno de los ecosistemas más representativos de Bolivia. En ella, podemos ver como el valle y el altiplano se fusionan creando un entorno digno de coplas y poemas, en el que flamencos y pumas son parte una de una misma estrofa, pese a que habitan en distintas zonas. Esa diversidad, es la que hace tan maravilloso este pedacito del cielo en la tierra.
Sin embargo, el objetivo principal siempre fue la conservación de fuentes de agua para abastecer el consumo de la población en la ciudad de Tarija. Hoy, 26 años después de la creación de la reserva, en medio de conflictos, sequía y racionamientos, el agua continúa siendo una prioridad.
Pese al verde paisaje, la humedad del ambiente y a la presencia de uno de los mayores afluentes de agua de la Cooperativa de Servicios de Agua y Alcantarillado de Tarija Cosaalt, en el Rincón de la Vitoria hay comunarios que aseguran sufrir de la falta de agua en época seca.
Guiado por estas declaraciones, el equipo de Verdad con Tinta se desplazó hacia el lugar para intentar captar la esencia de ésta realidad.
Mientras el asfalto de la carretera se va transformando en un camino de piedra, los vestigios de civilización van quedando atrás y la exuberante belleza de la naturaleza comienza a cobrar vida hasta casi convertirse en un bosque indomable. El que se anime a desafiarla, se debate entre la vida y la muerte.
El calor es intenso, el sol de mediodía castiga la piel y todo lo que se interponga en su camino; es tan agobiante, que hasta los perros reposan bajo la sombra del árbol a la orilla del río. El paisaje es de un verde intenso y la humedad se siente en el ambiente. Las blancas piedras del río contrastan con el verde del entorno.
El río tiene poca agua, pero conforme empezamos a caminar por su lecho, nos percatamos que el volumen del agua aumenta hacia arriba. Tal vez éste fenómeno se deba a que cada vez estamos más cerca de la toma de agua que provee de vida a la ciudad de Tarija.
Paradójicamente, los vecinos de aquel lugar rico en agua, aseguran sufrir de escasez.
“En la época que no hay lluvia, no hay riego”, dice Tomás Ordoñez, uno de los lugareños.
A raíz de esto, hay vecinos que exigen a las autoridades que dejen de “apropiarse” del agua del Rincón de la Vitoria, desviándola hacia la ciudad de Tarija, y que construyan una represa que abastezca a los pobladores de dicha región.
El argumento, que por falta de agua, su ganado, sus cultivos y sus familias, se debaten entre existir o subsistir.
Por su parte, el gerente de Cosaalt, Fernando Vidaurre Huayer, asegura que si hay agua en la zona, pese a que la toma abastece un 65% de la demanda de la ciudad de Tarija.
Cada actor es dueño de su propia verdad, sin que haya vestigios de llegar a una verdad absoluta. Lo único totalmente verdadero, es que sin agua, no hay vida.