El pasado 11 de enero la prisión cumplió 15 años de funcionamiento, en medio de las promesas del presidente electo, Donald Trump, de acabar con la política de liberar presos de Guantánamo.
La historia de la cárcel ha estado marcada por sucesivas denuncias de organizaciones internacionales sobre las torturas sistemáticas, los interrogatorios, los abusos y otras violaciones de los derechos humanos de los casi 800 reos que llegó a recibir, la mayoría de ellos sin cargos en su contra.
Poco antes de asumir la Presidencia en enero de 2009, Obama declaró que la prisión de Guantánamo representaba ‘la más seria amenaza a la credibilidad de Estados Unidos como una democracia defensora de los derechos humanos.’
Sin embargo, el compromiso del mandatario de cerrarla quedó incumplido al chocar con la fuerte oposición de congresistas republicanos e, incluso, algunos de su propio Partido Demócrata.
Hasta el momento se desconocen los planes de Trump con el centro de detención, en el cual permanecen 41 prisioneros.
Pero más allá del cierre de la cárcel, la devolución del territorio ocupado por la base naval en general permanece como un reclamo constante de Cuba.
Como parte del proceso iniciado por los dos países, que incluyó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la isla ha remarcado que esa demanda es uno de los puntos clave para la normalización de los nexos bilaterales