Noticias El Periódico Tarija

Max Murillo Mendoza

Las élites tercermundistas de México están recibiendo una paliza diplomática, económica y una humillación que era normal; pero hoy es atrevida y visible frente al mundo de parte de las élites racistas de Estados Unidos. Ese migrante escocés ignorante (esta época es moda de los gobiernos de ignorantes), que hoy es más papista que el papa, ha desatado la tormenta. En realidad es menos hipócrita que los otros del establishment demócrata o republicano, es más directo y por supuesto bruto y espectacular que rompe los esquemas gringos normalmente entrenados en la hipocresía, y de sofisticados modales de comportamiento frente al espejo. En todo caso está diciendo que ellos son los que mandan, ellos son los dueños del mundo y ellos diseñan lo que el mundo tiene que pensar.

Las élites tercermundistas de México tienen que tragarse ese sapo desagradable, de la humillación y de que las cosas sean más claras.  Ellos son como su patrón Trump frente a su propia casa, es decir hacienda, son tan racistas como el amo, tan destructores con sus propias naciones, tratados como esclavos y seres inferiores. La pobreza, la marginalidad, las escasas oportunidades para su propia gente, incluso ha despertado la lucha armada con el legendario comandante Marcos. Millones de pobres tienen que arriesgar sus vidas para acceder al mundo gringo, y seguir humillados por el sistema anglosajón a pesar de unos dólares más que en México.

La ausencia de nacionalismo mexicano, porque no pueden tener nacionalismo sin naciones verdaderas que han sido exterminadas por la colonización, les pilla en curva ante los ataques de los señores feudales del norte. Las profundas desestructuraciones que sufren los países al sur del río Bravo, producto de procesos sociales internos en complicidad del poder soberbio e inmenso anglosajón, que obligó desde el siglo XIX a arrodillarse a todas las élites tercermundistas herederas de las estructuras patrimonialistas coloniales. Élites que acostumbradas a dar la espalda a sus pueblos, arrodillados desde siempre ante lo gringo, ahora sienten en carne propia la humillación y el desprecio del poder anglosajón.

En definitiva el México profundo sufre desde siempre el desprecio de los tercermundistas, de sus élites desde la colonia, desde la república, desde lo profundo de sus imaginarios proanglosajones. El México profundo se debate en la violencia del narco, de la policía corrupta y el ejército de ocupación también corroído y podrido de corrupción. El México profundo tiene que soportar la maquinaria del Estado patrimonialista, sin políticas de Estado para su propia gente. El México profundo prefiere el riesgo de la migración ante la inutilidad de sus élites que sólo aspiran a gozar de la vida en Cancún. Ese México profundo que tuvo la osadía de hacer la revolución en 1910, con los Zapata y Pancho Villa para recuperar algo de dignidad nacional y campesina; aunque muchos de sus líderes fueron asesinados y traicionados por los mismos de siempre, por aquellos que se arrodillan por un plato de lentejas ante el norte.

En realidad el gran escollo de nuestros países son sus élites, sin proyectos de Nación y peor de Estado. Que en sus inutilidades existenciales, sólo se especializan en copiar e imitar a todas las ocurrencias del norte industrial y desarrollado. Élites desarrollistas, frívolas y superficiales que sólo viven en carnaval constante en nuestros territorios. Élites que nunca han leído e interpretado nuestras culturas, sino como simple folklor y comercio de nuestras vestimentas y costumbres. Élites inútiles en inventos sociales y construcciones de Estados y Naciones, enfermos en burocracia y revoluciones pasadas de moda. Élites enfermas de progreso sin raíces propias, sin historias propias y sin imaginarios de Estado con características propias y genuinas.

Ese México profundo debilitado con los siglos, es decir mestizado y sin alma pura. Porque lo mestizo ya es debilidad y pérdida de lo más importante: identidad y perspectiva de Nación y raza. Proyectos impuestos por las élites racistas y pigmentocráticas tercermundistas. Ese México que perdió sus culturas, sus idiomas, sus historias y sus memorias de Estado, a la misma velocidad de los monstruos del desarrollo y progreso. Como en toda la América India, la imposición de los proyectos desarrollistas de las élites, es directamente proporcional a la destrucción de nuestras naciones y culturas. Ese México profundo chantajeado por el capital extranjero, con las excusas clásicas y tradicionales que necesitamos trabajo e inversiones para vivir mejor, porque las élites no tienen dignidad, porque no tienen identidad.

México necesita un cambio. En términos de  Octavio Paz mejor una Revuelta. Porque la Revolución ya está prostituida, quemada y podrida por dentro. Ese occidente revolucionario se ha perdido ante los complejos procesos de la historia y los tiempos siempre desafiantes. Hoy sólo ofrece burocracia y repetición escolástica de libros sagrados rojos. México necesita su propio Pachakuti, su propio paradigma y retorno al principio para curar sus enfermedades y sangría de siglos. México necesita curar sus heridas profundas, antes de arrodillarse por la globalización o los negocios mundiales, y necesita encontrarse a sí mismo para ser universal con sentido propio y con identidad cultural genuina.

 

La Paz, 28 de enero de 2017.