Se denomina Éxodo Jujeño a la retirada hacia Tucumán emprendida por el Ejército del Norte comandado por el General Manuel Belgrano en la vanguardia y secundado por el Mayor General Eustaquio Díaz Vélez en la retaguardia, la milicia conformada por tarijeños, salteños y jujeños que evacuó la ciudad completa y sus campos el 23 de agosto de 1812, ante el avance de las tropas realistas provenientes desde el Alto Perú.
El rigor de la medida se respaldó con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden. La orden especificaba que la retirada debía dejar sólo campo raso frente al enemigo, de modo de no facilitarle casa, alimento, ganado, mercancías ni cosa alguna que le fuera utilizable. Los cultivos fueron cosechados o quemados, las casas destruidas, y los productos comerciales enviados a Tucumán. El rigor de la medida debió respaldarse con la amenaza de fusilar a quienes no cumplieran la orden. La población acató sin mayores actos la medida a partir de los primeros días de agosto, demorándose algo más los vecinos pudientes, que requirieron de Belgrano carretas para transportar sus bienes.
La determinación del éxodo, obedeció a que las fuerzas realistas al mando del Brigadier Juan Pio Tristán, avanzaba desde Suipacha con una dotación de 4.000 hombres para ocupar el territorio de Jujuy y Salta, acabar con el ejército argentino del norte que retrocedía diezmado por la derrota en la batalla de Guaqui y llegar hasta Buenos Aires.
Combatientes y refugiados tarijeños y chicheños formaron parte del Éxodo Jujeño. Agosto de 1812.
Del éxodo participaron aproximadamente 1.500 personas de un total de 2.500 a 3.500 con que contaba la ciudad y jurisdicción de Jujuy. El pueblo jujeño, al igual que el del resto del antiguo Virreinato del Río de la Plata, estaba dividido entre los que apoyaban a los patriotas partidarios de la Revolución de Mayo y los que se mantenían leales a la continuidad del sistema virreinal. Siguiendo las órdenes de Belgrano, los habitantes de Jujuy, a los que se sumaron los refugiados y milicias de Tarija y Chichas, abandonaron sus hogares y arrasaron con todo lo que dejaban atrás, a fin que las fuerzas realistas no pudiesen aprovechar ninguno de sus bienes y dejándolos sin víveres para sus tropas. La población efectuó un largo trayecto de 360 km hasta Tucumán. El ejército patriota comenzó su retirada ese 23 de agosto de 1812, en horas de la tarde se arreó el ganado y se prendió fuego a las cosechas para desguarnecer al enemigo. Belgrano fue el último en dejar la ciudad deshabitada, dejando la tierra arrasada.
Sin embargo, ante la presión y cercanía del ejército realista se entabló el combate de Las Piedras el día 3 de septiembre de 1812. La rápida reacción de Díaz Vélez logró allí una victoria, cayendo en poder de los independentistas comandantes españoles.
EL EXODO SE DETIENE
El éxito obtenido en el combate de “Las Piedras” por Díaz Vélez asistido por Pedro Antonio Flores alentó a Belgrano a detener la marcha. Belgrano motivado por ese triunfo e invitado por los tucumanos y la colaboración de la poderosa familia Aráoz y con el joven teniente Gregorio Aráoz de Lamadrid y desobedeciendo las órdenes impartidas desde Buenos Aires, se trasladó hacia San Miguel de Tucumán, donde derrotó al ejército de Tristán para seguir con una segunda victoria en la Batalla de Salta. En ambas ocasiones el registro histórico destaca la participación de la milicia conformada por tarijeños y chicheños. El éxodo jujeño es conmemorado cada año por los habitantes de la provincia de Jujuy. La acción de los jujeños de 1812 constituyó un gran acto de heroísmo colectivo que permitió las posteriores derrotas de los españoles.
LA MUERTE DE MARTÍN MIGUEL DE GÜEMES
Martín Miguel de Güemes, Murió en Salta el 17 de Junio de 1821, a los 36 años de edad. En el momento de su muerte, en la Cañada de la Horqueta, cerca de la ciudad de Salta, yacía a la intemperie, en un catre improvisado por el Capitán de Gauchos Mateo Ríos. Luego su cadáver fue inhumado en la Capilla del Chamical
Güemes cayó en una emboscada perpetrada por José María Valdéz (el Barbarucho) con 400 altoperuanos al servicio de España y cuyo único objetivo era matar al líder de la guerra gaucha que frenó el avance español en las provincias del norte Argentino y del sur del Alto Perú, (Potosí, Chuquisaca y Tarija Bolivia) con sus tácticas guerrilleras. Nació en Salta el 8 de febrero de 1785. Estudió en Buenos Aires, en el Real Colegio de San Carlos.
Participó de las invasiones Inglesas y de la Reconquista de Buenos Aires. Tomó el “Justina”, embarcación inglesa, quedando en los anales de la Historia de la Navegación por tomar con un grupo de Caballería el barco ingles que bombardeaba Buenos Aires, dicha toma se realizó en donde hoy se encuentra la Torre de los Ingleses en el barrio de Retiro, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Protegió la Revolución de Mayo cortando el apoyo a los contrarrevolucionarios de Córdoba al mando de Liniers, desde la quebrada de Humahuaca en 1810, participó en las batallas de Cotagaita y Suipacha, liderizando la patriada de tarijeños, chicheños, salteños, oranenses y jujeños. Desde 1814 fue la barrera infranqueable a la pretensión española de recuperar Buenos Aires. Como Gobernador de Salta (1815-1821) detuvo 11 invasiones realistas incluyendo la Grande (1816- 1817) en la que el Mariscal La Serna, vencedor de Napoleón y Bolívar, con 7.500 veteranos de la Guerra Europea prometía tomar en seis meses Buenos Aires y nunca pudo pasar del Río Pasaje o Juramento, permitiendo esta maniobra de retenerlo en territorio salteño, el cruce de los Andes del General San Martín y su tropa. Fue éste quien en 1820 desde Rancagua nombra a Güemes, «General en Jefe del Ejército de Observación del Perú». Fue declarado Héroe de la Nación Argentina por el Senado de la República Argentina en 2006.
Fuente: Centro «Documentos del Archivo de Belgrano». Biblioteca Municipal. Jujuy. 1990
Biblioteca Nacional de Maestros. Jujuy. 1993
Diccionario General. Universidad Nacional de Jujuy. Argentina. 1991
Tarija en la Independencia del Virreinato del Río de la Plata. Eduardo Trigo. 2009
Tarija y sus Valores Humanos. Tomo I. Bernardo Trigo. 1978