Noticias El Periódico Tarija

Marcelo Arequipa Azurduy

(Politólogo)

Concluía una charla con un querido amigo hace poco en la que destacábamos el hecho de que hay quienes navegan en las redes y emiten su opinión política en medios defendiendo o atacando un polo oficialista u opositor suelen despreciar a los que están en el medio del espectro de participación.

Justo después de esa charla me encontré en la web con un reciente número de la Revista Beerderberg en el que se lee una columna sobre una curiosa biografía de Montaigne, así es, ese personaje al que todos los \»cultos\» alguna vez suelen evocar.

Esto viene a cuento de que cual si fuera una secuencia de hechos la nota sobre el escritor francés, en la que curiosamente da cuenta de que este habría sido asesor político nada más ni nada menos que de dos reyes en tiempos en los que Francia se batía en guerra interna entre dos bandos que se enfrentaban por aquello que es uno de los grandes motivos por los que los humanos nos movemos: la religión.

La lucha entre hugonotes (protestantes) y católicos franceses lo encontró en el medio de ambos bandos desde donde reflexionaba y miraba el prado completo al tiempo que no dejaba de prepararse intelectualmente.

Dice Rosich en ese artículo sobre el francés que \»Los reyes de la casa de Valois encontraron en Montaigne una mente privilegiada, una capacidad de reflexión inaudita en tiempos de partidarios de la guerra\». Nosotros que pareciera que vivimos en conflicto político permanente nos vemos acostumbrados a ver cómo desde el bando oficialista y opositor se levantan voces críticas contra el que no está de su lado, y además de sumar su odio al contrario un desprecio sin límites por quien quiera ponerse al medio a lo Montaigne, porque repito por enésima vez: su argumento normativista de lo que es democracia no cuadra en los cánones del significado de pluralismo rawlsiano.

No sé ustedes pero de quienes se situaron en el medio viendo el prado completo y no su chaco personal, su legado trascendió en el tiempo y es a quienes recurrimos de cuando en cuando; mientras que a los activistas les queda la fama más pronta que a los del medio, un resultado no menos despreciable por cierto.

Prefiero hacerme eco de algo que leí hace poco en una columna evocando a Lenin sin ser seguidor del ruso: \»los méritos históricos de las personas históricas no se juzgan por lo que no hayan dado en relación a las exigencias, sino por lo que dieron de nuevo en relación con sus antecesores\».

Para quienes afirman que no se puede estar cabalgando entre ambos bandos forzando a la gente tomar partido en algún tipo de activismo, debo decir que en lo personal por sesgo profesional decidí moverme lo más posible al medio porque como alguien que quiere formarse en el campo de la teoría política y el análisis lo que busco es interpretar, comprender y extraer el sentido de la realidad social que nos domina para tener la capacidad de orientar la praxis de lo político. Tarea que requiere cuando menos tiempo y dedicación personal, dos factores que en la sociedad digital de hoy son tanto o más valiosos que los minerales en el mercado.